Gritar "¡renuncio!" tiene su encanto. De hecho, la palabra lleva implícita una carga de poder, de cambio de panorama y hasta de crecimiento profesional. Pero antes de pronunciarla, conviene ser inteligente y seguir ciertas reglas protocolares.

Decídete

Sí, todos tenemos momentos en que lo que deseamos es agarrar la cartera y largarnos para siempre de la oficina, pero esta es una decisión que no puede tomarse por impulso. Si todavía amas tu trabajo y quieres conservarlo, lo mejor es serenarte y hablar con tu jefe con honestidad y diplomacia (aunque suene difícil conjugar ambas cosas).

Dile lo que te está molestando; si eres un buen empleado, él mismo se encargará de resolver los problemas y llegar a un acuerdo, pero si tu trabajo ya no te satisface o sientes que te has estancado en él, entonces es hora de empezar a buscar otra cosa.

Explora el mercado, actualiza tu resumen y empieza a hacer contactos. Lo más sensato es esperar a tener el otro completo en la mano antes de renunciar al que tienes, pero si sientes que tu salud mental está en juego y tienes condiciones para estar un tiempo sin trabajar, entonces analiza las recompensas y oportunidades que encontrarás renunciando, pero ahora mismo, y toma la decisión más correcta para ti.

Escribe una carta

Si finalmente te vas a marchar, comunica tu decisión por escrito.

Redacta la carta con mucho tacto, porque conviene dejar un buen recuerdo profesional y porque pudieras necesitar referencias de la empresa, y no los conseguirás si te vas en malos términos. No es necesario que expliques con lujos y detalles los motivos de tu renuncia, pero puedes exponer las causas de forma general, evitando que resulte acusatoria para la compañía o alguno de sus miembros.

Tampoco olvides especificar la fecha exacta en que cesan tus servicios.

Ayuda a tu relevo

Ábrele las puertas a tu asesor. Explícale en qué consistirá su nuevo trabajo e incluso puedes detallarle por escrito los procedimientos de la oficina y los puntos básicos de su puesto. Hazle saber a tu jefe que lo estás entrenando con esmero para que pueda desempeñar bien su puesto y todo fluya sin contratiempos en la oficina.

Ganarás puntos no solo con tu jefe, sino también con el nuevo empleado.

Despídete de todos

Decirles adiós a tus colegas es una forma de demostrarles lo importantes que son para ti y lo agradecido que estás de haber compartido con ellos. Mucha gente ni siquiera se despide creyendo que va a volver a encontrarse muy pronto. No importa si mañana mismo volverás a verlos, ya no van a trabajar más bajo el mismo techo y es normal que todos esperen que te despidas personalmente.

Déjale tus datos

Crea puentes: entrégale una tarjetita con el nuevo teléfono y correo electrónico a todos aquellos que pudieran ser útiles en el futuro. También déjale tu teléfono a tu suplente para que pueda llamarte si tienen alguna pregunta. Tus colegas te lo agradecerán siempre.