Como cada Navidad, el Papa sale al balcón central de la Basílica Vaticana para impartir la bendición Urbi et Orbi. Va acompañada de un mensaje breve, donde llama la atención sobre algunas desgracias, pero también esperanzas, que sigue arrasando el mundo. Y termina con una invocación a la oración y el esfuerzo humano conjuntados por un mundo mejor. El pasado año 2017 fue una alocución que recordó a los niños de diversos conflictos y países. No faltó la referencia a un pasaje evangélico sobre el que meditar y una llamada a proteger la humanidad, la dignidad personal y el medio ambiente.

La bendición Urbi et Orbi solo se concede dos veces al año

Esta bendición solemne solo se imparte dos veces en el mismo año: en Pascua y en Navidad. ¿Cabe alguna otra posibilidad? Sí, como acontecimiento excepcional, cuando un nuevo Papa resulta elegido y se presenta al mundo. Desde este mismo balcón de la Basílica, el balcón de las bendiciones, el Papa se dirige a su auditorio en Roma y a todo el mundo que reciba la señal de sus palabras gracias a los medios de comunicación social.

Es lo que significa la expresión latina Urbi et Orbi: a la ciudad (Roma) y al orbe (el mundo entero). Y se significa su solemnidad con procesión, vestiduras reservadas a momentos de máxima significación litúrgica y transmisiones en directo.

Los que quieran recibir los efectos espirituales de la bendición deben confesarse, no pecar, participar en Misa, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.

Navidad 2017: descubrir al Niño en los niños

El Papa comenzó, como es costumbre, con la propuesta de un texto bíblico para meditar. Puso delante de los fieles la imagen de los pastores que adoraron al Niño en Belén.

Habría que resaltar, cosa en la que no se para el Pontífice, que esos testigos primeros de Cristo eran gentes marginales muchas veces, cuyas palabras no valdrían en un juicio de la época.

Francisco intercala citas bíblicas que descubren en el Niño al Dios que se hace hombre. Y no de cualquier manera, sino hombre pobre de una región perdida.

Desde tal pobreza material puede sentirse la ternura de Dios Padre. El acontecimiento no ha quedado perdido en el pasado, sino que se hace presente gracias a la celebración litúrgica y la fe de los participantes en ella. Pero la celebración no agota el Misterio. A Jesús Niño, hoy, se le descubre en el sufrimiento de los niños del mundo.

Críticas a un sistema deshumanizador

No han faltado críticas a los "vientos de guerra" aún presentes sobre la faz del mundo, ni a un "modelo de desarrollo ya caduco" que degrada a la persona, a la sociedad entera y al medio ambiente. Una vez más, Francisco pulsa las teclas sensibles de la paz y el desarrollo.

A continuación, una lista exhaustiva de países y situaciones donde los niños sufren.

Oriente Medio, Tierra Santa, Siria, Irak, Yemen, Sudán del Sur y Ucrania son solo algunos de los muchos ejemplos que el Pontífice ha repasado. Su voz, por un momento, ha sido la voz de los sin voz. Porque, ¿cuántos de esos lugares han salido en los medios últimamente? El Papa no quiere que sean olvidados.

Una palabra de ánimo y esperanza

El final del Mensaje Urbi et Orbi es de esperanza y ánimos, lejos de una simple crítica y lamento. El Papa dice que todavía hoy tenemos signos de la presencia de Dios entre nosotros y que estamos llamados a una misión urgente: luchar por un mundo más humano y realmente digno de los niños del presente y del futuro.