En 1901, ciento cinco años antes de que se aprobara la Ley de Zapatero por la que se reconocía el matrimonio homosexual, ya se había producido un enlace de dos mujeres en España... y por la Iglesia. Es la historia de Marcela y Elisa.
Se conocieron en la Escuela de Maestras de A Coruña. A la familia de Marcela nunca les gustó la relación y enviaron a su hija a Madrid para evitar las habladurías. Sólo sirvió para retrasar una historia de amor que se fraguaría en Dumbría, un pequeño pueblo coruñés en el que actualmente apenas recuerdan el suceso. En aquel momento no extrañó que dos maestras convivieran bajo el mismo techo, pues era sabido el bajo sueldo que cobraban.
Ellas se querían y querían más; querían formar una familia. Fingieron pelearse y Elisa desapareció por un tiempo. El tiempo necesario para que reapareciera como Mario, un joven imberbe, criado en Inglaterra bajo el dogma del protestantismo y sin papeles que, tras la muerte de su padre, se había trasladado a casa de su hermana Elisa. Allí conoció a Marcela. Se enamoró. Y como el embarazo de su novia cada vez era más evidente, había decidido contraer matrimonio para salvar su honor. Ante esta semblanza, el cura de San Jorge no dudó en bautizar a Mario para su posterior casamiento.
Se descubre el engaño
La boda se celebró con total normalidad un 8 de junio de 1901 en la Iglesia coruñesa de San Jorge.
Pero la felicidad duró poco. Las descubrieron y tuvieron que huir ante un intento de apaleamiento por parte de sus vecinos. Se escaparon a Oporto tras ser procesadas por falsificación de documento público y, Mario, por usurpación de identidad. Allí vivieron hasta que, el 16 de agosto de 1901, las detuvieron. La presión de un grupo de activistas lusas consiguió que las liberaran trece días después.
Y en Oporto continuaron viviendo hasta que el Gobierno Español pidió la extradición. Primero fue Mario quien puso rumbo a Buenos Aires; y meses después, lo haría su esposa y su hija (nacida el día de reyes de 1902).
Buscando el anonimato
En Argentina malvivieron trabajando como criadas, sin apenas tiempo para verse y separadas la una de la otra.
Hasta que a Elisa (Mario en Galicia, Pepe en Portugal y María en Argentina) se le ocurrió casarse con un anciano, anhelando que muriera pronto y heredar. Mientras, se trajo a su “hermana” Marcela y a su hija a la hacienda donde residía. El marido sospechó por esto y por las negativas de su esposa a consumar su matrimonio. Denunció en el juzgado y pidió la nulidad del enlace. Es a partir de este momento cuando se pierde el rastro de Marcela, Elisa y su hija. No se sabe si para ser felices y disfrutar de una vida tranquila o para seguir huyendo.
El ensañamiento de la prensa
Titulares como “Escándalo asquerosísimo”; “Novios de contrabando”... aparecían en las planas de los diarios, que se enriquecían con esta historia.Tanto interesaba a los lectores que el semanario El Imparcial vendió en 2 días, y sólo en Madrid, más de 19.000 ejemplares por incluir imágenes.
Fotografías que no salieron del laboratorio de Sellier, el retratista que las inmortalizó en su foto de bodas. Se negó a ceder ninguno de los negativos ni cobrar por ninguna exclusiva.
Reconocimiento
Ha pasado más de un siglo para que el Ayuntamiento de A Coruña haya decidido otorgarles una calle con su nombre como reconocimiento a una vida dedicada a la lucha de la identidad sexual. El problema es que todavía no han encontrado un hueco en el plano.