Para muchos es uno de los personajes más siniestros de la televisión. Para otros es uno de los tipos más retorcidos y lenguaraces de la parrilla televisiva. O, simplemente, uno de los mejores generadores de noticias de Sálvame.

Sin embargo, para todos ellos, Kiko Hernández es el colaborador más hermético con su vida privada que existe en Sálvame y quién sabe si todos los formatos rosas de la televisión patria. Algo que el madrileño siempre ha querido llevar a gala privando a los espectadores de esa información de lo más personal que vienen reclamando de alguien de quien nada se conoce a nivel sentimental desde hace años.

Y es que tras su relación con Patricia Ledesma en la edición de Gran Hermano que le sacaría como gran personaje televisivo en los años sucesivos no se le conoce a nadie más. De hecho, este ha jugado con su orientación en más de una ocasión no dejando claro si le gustaban los hombres, las mujeres, los dos... o ninguno.

El contrato secreto de Kiko

Un secretismo que cuesta de entender teniendo en cuenta donde trabaja... y por supuesto también cómo se las gastan sus compañeros a la hora de dar informaciones de la vida íntima de alguno de los tertulianos. O quizás deberíamos decir costaba.

Porque tal y como revelan nuestros compañeros de Periodista Digital, el que fuera promotor inmobiliario reconvertido a fenómeno televisivo contaría con un contrato de privacidad con Mediaset España que impediría por todos los medios -y salvo indemnización fuera de mercado- comentar aquellos temas que le afecten a él sobre su vida más íntima.

No obstante, y tal y como el artículo al que hacemos referencia revela, quizás la gente deba saber que Hernández, quien va camino de los 42 años, es hijo de padres separados y es el menor de dos hermanos, con los que mantendría relación.

La vida familiar de Kiko Hernández

Algo que este nunca ha querido revelar en público pero que, sin embargo, al tratarse de sus hijas recién nacidas por el método que en la calle se conoce como de vientre de alquiler, no tenía ningún reparo en comentar ante la audiencia.

Un gesto que se interpretó como el inicio de una nueva etapa en la que, quizás, se rompería ese acuerdo confidencial que impide a sus compañeros hablar de su vida privada, pero ni mucho menos.

Kiko contará lo que él quiera, cuando él quiera y cobrando lo que él pida. Tanto secretismo ha hecho elevar el caché de sus intimidades hasta cotas insospechadas.