Tal como se esperaba, Expediente X clausura temporada y serie con un capítulo que cierra el ciclo de las conspiraciones con el que comenzaba la misma. Un final agridulce que reúne a varios de los personajes importantes de estas nuevas entregas, algunos para matarlos (o eso parece), que refuerza la relación de los agentes Mulder y Scully… dejando el final abierto.

El final de una era

Expediente X, como Twin Peaks, ha sido una de esas Series que ha marcado un antes y un después.

Recuperado para un aniversario muy especial, ha ofrecido dos nuevas temporadas con altibajos, sobre todo la décima. Y es que han jugado al despiste en multitud de ocasiones, confundiendo, en lugar de clarificar.

Mientras que la trama principal se ha vuelto convulsa, los capítulos autoconclusivos han dejado muy buenos momentos, desde el gracioso lagarto-hombre hasta el terroríficamente tecnológico de los drones persecutores (estilo 'Black Mirror').

Pero los fans esperaban, especialmente, la clarificación de la relación Fox-Dana y qué había sido del hijo perdido, William. La cosa, una vez más, ha quedado cogida con pinzas. Y sin una palabra definitiva.

¿O sí? Porque el creador y director Chris Carter ha sido claro desde hace meses: no hay nuevos episodios.

Y la actriz Gillian Anderson ha declarado que esta era su última aparición en la serie.

El final de los personajes principales

El último episodio ha pasado demasiado rápido, han sido muchas historias que asumir. Quizás una entrega con más minutaje hubiese convencido mejor.

Ha sacado a la luz al hijo perdido, William, aunque sin darnos la oportunidad de verle junto a su madre.

Parece que Dana Scully ha sido concebida para sufrir, para vivir continuamente de esperanzas y ver pocas de ellas cumplidas. Eso sí, parece que un anhelo profundo y viejo va a cumplirse, milagrosamente.

Mulder ve cómo los conspiradores se salen de rositas otra vez, aunque ahora tienen a más conspiranoicos detrás, filtrando información desde la televisión e internet.

El problema es que las instituciones conspiradoras son más, los intereses se han diversificado y las persecuciones y tiroteos son más comunes. ¿Acabará sentando cabeza, lejos de tales correrías?

El director adjunto Skinner ha seguido cultivando su juego a dos bandos, siempre con la intención de salvaguardar el trabajo de sus agentes de cabecera. Ello le ha reportado más de un problema, incluso de salud. Y ahora parece que ha hecho su último acto de servicio.

El Fumador, como malo malísimo, no acaba de morir. Y su influencia no ha bajado en intensidad. Los minutos finales, una vez más, parecen darle el tiro de gracia, pero, ¿quién sabe con un hombre que ha sobrevivido a un ataque con misiles y un cáncer?

William, el hijo-experimento, parece otro que ha nacido para sufrir. Le habíamos dejado, bebé, en la temporada 9, con sus capacidades atenuadas, hasta eliminadas, pero descubrimos que se ha convertido en una bestia parda. La mezcla adolescencia-persecuciones-poderes le ha convertido en un cóctel explosivo… y parece que resistente a las balas.

La verdad está ahí fuera

El reconocido lema de la serie bien nos sirve como remate. Ahí fuera sigue la posibilidad de futuras series que continúen el legado de Expediente X (no sería la primera vez), hay un juego para smartphone funcionando y los círculos de fans y críticos le dedican páginas y páginas.