De todos es conocido que Intereconomía no está pasando por el mejor de los momentos. Sino que por el contrario, en los últimos días ha despedido a tres de sus periodistas más mediáticos: Eduardo García Serrano, Xavier Horcajo y Antonio Esparza. Ya no están en nómina y tan solo se limitan en aparecer en algunas de sus tertulias políticas, como por ejemplo El Gato al Agua. Pero en estos días están creciendo las protestas de algunos trabajadores y periodistas que denuncian que llevan hasta tres meses sin cobrar.

En unas condiciones de trabajo completamente lamentables en opinión de algunos de sus representantes más relevantes.

En este sentido, no se explican cómo Intereconomía no cierra, al presentar unas deudas que son prácticamente inasumibles. Con una cantidad de millones de euros que se van incrementando todos los años. Hasta el punto de preguntarse los trabajadores quién está detrás de la decisión del interventor judicial de no dar por finiquitado el proyecto televisivo que preside Julio Ariza.

Dos años en situación de concurso de acreedores

La situación de este medio de comunicación que se enorgullece “de ser de derechas” es la peor de todas al estar en situación de intervención judicial. Lleva 24 meses en concurso de acreedores y de momento nadie de la administración del Estado ha tomado cartas en el asunto. Con periodistas que realizan jornadas de trabajo con más horas de las establecidas en sus contratos laborales.

Algunos de ellos incluso en una situación personal y familiar realmente dramática, tal y como expresan algunos de sus compañeros de redacción.

Hasta el punto que la única solución que vislumbran es que finalmente se decrete el cierre de la cadena televisiva por parte del interventor judicial. No se entiende cómo no ha tomado esta decisión cuando las pérdidas van en aumento año tras año.

Extrañeza ante la pasividad de interventor judicial

Otra de las quejas de los trabajadores de Intereconomía es el motivo por el que el interventor judicial, Fernando Martínez, no haya tomado las riendas de este grupo de comunicación ultraconservador. No en vano, opinan que esta actuación está permitiendo que tanto Julio Ariza como sus hijos sigan tomando decisiones muy cuestionables para el devenir de la empresa.

Con el único objetivo de proteger sus intereses personales.

En un momento en que ya no están prácticamente ninguno de los rostros más conocidos de la parrilla televisiva. Porque al final, apuntan estos testimonios, tendrán que cerrar este chiringuito, pero con unas deudas cada vez más abultadas. Con una programación en la que prácticamente han desaparecido los espacios propios y en directo, salvo alguna que otra tertulia periodística.