Estamos en una época en la que los guionistas más talentosos de Hollywood han emigrado para las televisiones . Ahora mismo, los canales de pago son un "maná" en el que uno se encuentra diferentes calidades pero con un gran nivel de dignidad. Esto hace que la industria cinematográfica más grande del mundo, que desde hace décadas se encuentra absolutamente huérfana de ideas originales, se dediquen a imitar fórmulas con éxito.

Los grandes ejecutivos de los estudios me recuerdan a la secuencia de la película "El juego de Hollywood" (The Player) de Robert Altman, de hace más de dos décadas, donde un gran productor interpretado por Tim Robbins sugería la posibilidad de hacer la secuela de la película "El Graduado".

De ahí que hayan centrado sus objetivos en imitar a la exitosa serie británica Black Mirror, producto en el que en episodios independientes unos de otros, nos muestra un futuro casi inmediato en el que la tecnología forma una exagerada parte de nuestras vidas y sus consecuencias más abominables. La serie de Netflix destaca precisamente por su buenas y escogidas tramas y su buen desarrollo de personajes dentro de las complejas historias de cada capítulo... Bien, este no es el caso.

"El Círculo" es una adaptación del escritor Dave Eggers, de su betseller homónimo. Los que lo han leído, critican que el autor firme el guión junto con el escritor y convierta la película en una versión "light" de su novela.

Parece ser que Eggers trabajó para varios "think tanks", por lo que suele ofrecer una visión bastante poco amable de las grandes corporativas. Hasta ahí todo bien, sin embargo, el problema viene cuando el "trazo grueso" y la crítica maniqueísta toma el poder en el film.

La trama presenta a Mae, (Emma Watson, ahora muy de moda), una joven con poca personalidad, requisito básico para que el espectador medio y poco exigente se identifique con ella, que comienza a trabajar para la empresa más importante del mundo, una especie de Apple mezclada con Facebook y YouTube.

"El Círculo" es una empresa futurista que controla prácticamente el mundo de las redes sociales, que se han convertido en el epicentro de nuestras vidas. El personaje que interpreta Tom Hanks (quién también produce el film) es un trasunto de Steve Jobs, quién por supuesto tiene una doble y peligrosa cara. Mae comienza a identificarse cada vez más con la empresa, hasta el punto que su personalidad cambia a abierta y extrovertida (algo muy creíble) y comienza a dejarse filmar veinticuatro horas para ejemplificar a este mundo moderno y viral, convirtiéndose en un "conejillo de indias" para sus propios jefes.

El film pretende ser una crítica bastante poco elaborada sobre las tecnologías antes señaladas con respecto a su poca privacidad y a la vez la dictadura que ejercen sobre lo social. La idea es que, Mae una chica tímida y reservada, que no tiene ni idea de su empresa, desafía ella sola a la corporación más grande del mundo para que ese "mundo viral" se democratice y todos tengamos los mismos derechos y restricciones ante ese "ente" que nos vigila. Ríete tu de Wonder Woman. Vamos, como si cogiéramos "1984" de George Orwell, más "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, le quitásemos todo lo difícil de entender, lo metemos en una batidora y luego le añadimos poco rigor y varias situaciones que provocan vergüenza ajena.

Las últimas filtraciones de Wikileaks nos informaron que se nos espía desde nuestros teléfonos móviles, televisiones e incluso webcams (este último caso lo mostró magistralmente Black Mirror en el capítulo "Cállate y baila" de su tercera temporada) por lo que resulta bastante ridículo el pensar que una persona sola consiga una transparencia en estos temas de los que el 99,9% de la población somos absolutamente ignorantes y estamos a la más absoluta merced de aquellos que nos espían/controlan sin que nosotros podamos hacer nada.

Aún hay más cosas negativas: El escaso rigor del POV (Point Of View) de las microcámaras que porta la protagonista, con las que parece que podemos ver un gran campo de visión con una pequeña lente.

La aportación de John Boyega como una especie de gurú creador de YouTube conocedor de las cloacas de la compañía. Las interpretaciones poco convincentes como la de Ellar Coltrane, quién se hizo conocido por la maravillosa "Boyhood" pero después del experimento se tendría que esforzar en mejorar su interpretación, ya que el director James Ponsoldt, tiene que hacerle planos abiertos para que no se note demasiado su poco convincente actuación. La música es constante en todo el film, no hay un solo minuto de pausa por lo que resulta completamente agotador como nos atormentan para subjetivizarnos con acordes lo que no se nos transmite con el guión ni con sus actores. Y voy a parar de criticar porque no quiero cebarme excesivamente.

¿Positivo? Muy poco... quizás ver al gran Bill Paxton en su último papel interpretando al padre de Mae afectado por la esclerosis múltiple (otra trama sonrojante) o ver al ya bastante olvidado Beck ofreciendo un concierto en una fiesta privada para los trabajadores de ese Sillicon Valley de pacotilla.

En definitiva, el "Gran Hermano" antes de ser un lamentable fenómeno televisivo era según Orwell el ojo que nos vigilaba a todos, una metáfora escalofriante que subproductos como este nos hacen reflexionar sobre el actual estado de exigencia a la que se ha sometido al espectador de nuestros días.