La alimentación es una de las grandes aliadas para enfrentar la crisis sanitaria actual. Partiendo de la base de que la alimentación no es capaz por sí misma, en ningún caso, de curar o evitar enfermarse del Coronavirus, sí que puede ayudar a tener un sistema inmune fuerte y preparado para hacer frente a la enfermedad, de una manera más efectiva y resistente. Además, cuidar lo que se come y bebe permite aumentar las defensas y prevenir posibles Enfermedades.

Ahora más que nunca hay que evitar aquellos productos compuestos por ingredientes de baja calidad, que pueden perjudicar a corto, medio y largo plazo y que, en definitiva, malnutren.

Son los llamados ultraprocesados que, por normal general, no aportan ningún nutriente al organismo y aumentan el riesgo de padecer sobrepeso y otras patologías asociadas, así como enfermedades cardiovasculares, diábetes tipo 2, cáncer o inflamación crónica.

En primer lugar, mantener una buena hidratación diaria es fundamental para transportar los nutrientes a los órganos y tejidos del cuerpo. Asimismo, es necesario para que se produzcan las reacciones químicas vitales y mantener un buen estado de salud. Por ello, los expertos recomiendan un consumo mínimo de 1,8 litros de líquido al día, y siempre es aconsejable que sea el agua la fuente de hidratación primordial.

En segundo lugar, la alimentación debe estar basada en comida real, un término que emplea el nutricionista, Carlos Ríos, para hablar de aquellos alimentos que cuentan con propiedades saludables, sin adulterar.

Dentro de este grupo de productos se encuentran las verduras, frutas y hortalizas, las legumbres, el pescado y el marisco, los cereales 100% integrales, los tubérculos, los huevos, el café y las infusiones, la leche fresca, las hierbas, especias y semillas, así como carnes sin procesar.

Aquí también encontramos los frutos secos, fuente de minerales, grasas saludables, fibra y con un gran aporte vitamínico muy interesante para cualquier dieta.

Se trata de alimentos que fortalecen el sistema inmune y cuidan del organismo.

En tercer lugar, hay que elegir los buenos procesados, frente a los ultraprocesados. Estos últimos son los enemigos de la salud. Por el contrario, los buenos procesados ayudan a mantener una dieta equilibrada, variada y saludable.

En este grupo encontramos alimentos como el AOVE (Aceite de oliva virgen extra), el chocolate negro o cacao en polvo superior al 70%, los panes integrales 100%, la leche UHT, los yogures y lácteos fermentados, el gazpacho envasado, las legumbres de bote, el pescado en lata, las bebidas vegetales sin azúcares añadidos, etcétera.

Además, una buena opción es recurrir a la comida real congelada o envasada al vacío.

El momento clave de una buena alimentación: la compra

La forma de hacer la compra ha cambiado radicalmente con el aislamiento y las medidas adoptadas por el Gobierno en plena crisis. Además de poner en práctica las normas higiénicas recomendadas, es fundamental hacer una compra comedida, solidaria y ética. Lejos de llenar nuestras despensas presas del pánico y aumentar así el riesgo de desabastecimiento o derroche de productos perecederos, se debe realizar una compra responsable.

Acudir al supermercado con una lista de los alimentos necesarios puede ser de gran ayudar, para no caer en una compra excesiva. Asimismo, esto puede ayudar a adquirir únicamente productos saludables y no llenar la nevera de "tentaciones" que sean difíciles de evitar, durante el encierro.

En una buena alimentación también hay espacio para los caprichos

En tiempos de confinamiento y bombardeo de noticias sobre el coronavirus, quizá resulta más complicado resistir la tentación de tomar determinados productos, que se alejan de los patrones de lo saludable. Pero no hay que obsesionarse con mantener de forma estricta lo anteriormente mencionado. Hay espacio para los productos ultraprocesados. La clave es el equilibrio.

La alimentación debe estar basada en su mayoría en alimentos naturales, debiendo representar el 90% de lo que se come y bebe. Sin embargo, hay un 10% restante que se puede completar con esos productos menos sanos, que calmen la gula.

Para trasladar estos porcentajes al día a día de una manera sencilla, se puede servir de una planificación en la que la mayor parte de las ingestas de comida del mes estén dentro del grupo de lo saludable.

Así, se puede reservar tres comidas o cenas al mes para tomar alimentos ultraprocesados. Cabe recordar que este grupo está compuesto por productos como refrescos azucarados, bollería, precocinados, croquetas, lasañas, galletas, cereales postres, dulces, pizzas, nuggets, pan industrial, zumos, salsas, patatas fritas de bolsa, embutidos, etcétera.

En definitiva, una buena alimentación es la aliada perfecta para cuidar la salud. Únicamente si la rutina alimenticia se basa en buenos procesados y alimentos naturales, se aportan nutrientes de valor como: hierro, vitaminas, proteínas, minerales, grasas buenas; y reducir componentes como las grasas saturadas, los conservantes o los aditivos artificiales, que perjudican al organismo. De esta manera, se adquiere más fuerza en el organismo para enfrentar posibles infecciones.