El aspecto físico preocupa cada vez más a la sociedad española en la que existen dos polos opuestos: por un lado, un culto excesivo al cuerpo que lleva a dietas y cuidado de la estética, y por otro, un aumento preocupante del sobrepeso y de los malos hábitos alimentarios que conllevan enfermedades no transmisibles (como diabetes y enfermedad coronaria)
¿Qué es exactamente el ayuno intermitente?
Es una abstinencia controlada en el que se combinan períodos de ayuno y de ingesta de alimentos. Según el intervalo de abstinencia se puede hablar de ayuno intermitente en el que durante 12-16 horas no se ingiere alimento alguno, o ayuno de días alternos, que propugna combinar en la misma semana días de abstinencia, en los que se consume una única comida con un valor calórico de 300-500 calorías, con los días de ingesta normal.
Este sistema no afecta al consumo de líquidos que deben tomarse libremente y sin endulzar.
Los defensores de esta dieta mantienen que facilita la pérdida de peso y que contribuye a evitar ciertas enfermedades, aunque advierten que está contraindicada en personas que padecen anorexia, mujeres embarazadas o en período de lactancia, niños, adolescentes y ancianos.
¿Realmente es beneficioso este tipo de ayuno?
Pese a que esta tendencia goza de muy buena prensa, las pruebas científicas disponibles no son fiables y tienen un carácter preliminar. Aunque algunos estudios avalarían el ayuno por la mejora en los estados de ánimo de los sujetos que lo aplican y la efectiva disminución del peso corporal y del Índice de Masa Corporal, la muestra es escasa y no se proyectan sobre el medio-largo plazo.
Quizá en algún tiempo, puedan contrastarse estos primeros estudios y obtener pruebas científicas de las bondades de este sistema. No obstante, si alguien deseara comenzar esta dieta basada en el ayuno intermitente, siempre debería hacerlo bajo la supervisión de un doctor cualificado.
¿Qué dice la Organización Mundial de la Salud?
Por su parte, la OMS alerta sobre el grave problema de sobrepeso y la obesidad, pero en su batería de recomendaciones para prevenirlos no incluye el ayuno. De hecho, aboga en el plano individual, por la limitación de la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y azúcares, aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos y realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos).
Y a nivel social, propugna que se ayude a las personas a seguir estas recomendaciones promoviendo la actividad física periódica y que las opciones alimentarias saludables sean asequibles para todos.
Se dirige igualmente a la industria alimentaria recomendando que se reduzca el contenido de grasa, azúcar, sal y grasas en los alimentos procesados que se consumen cada vez con más frecuencia.