Las varices o venas varicosas son venas dilatadas y tortuosas que generalmente se evidencian en piernas y pies, aunque también pueden encontrase en el esófago, los testículos o la región anal. Su diagnóstico lo realiza un profesional de la medicina, quien puede referir a las personas con este problema a un especialista en cirugía vascular, este último indicará el tratamiento adecuado. Puede afectar a ambos géneros, aunque es más frecuente la afección a mujeres. Muchas investigaciones y estudios la atribuyen a un factor hereditario.

Se desconoce la causa precisa de esta afección vascular, aunque investigadores señalan que se deben a la acumulación de sangre, por debilidad en las válvulas y paredes de las venas superficiales, para luego ensancharse y dilatarse.

Esto permite acumular mayor cantidad de sangre al permanecer la persona mucho tiempo de pie. Así mismo otros indican que pueden ser producto de un defecto congénito, a una tromboflebitis o al embarazo.

  • Defecto congénito: por existir alguna falla por defecto congénito en las válvulas, que son las responsables del retorno de la sangre al corazón por el sistema venoso.
  • Tromboflebitis venosa: la presencia de coágulos en el trayecto venoso dificultan la circulación de la sangre.
  • Embarazo: durante la gestación suele ocurrir un aumento de la irrigación sanguínea y por lo tanto hay más factores de riesgo para desencadenar varices, aunque estas pueden desaparecer después del parto. Es considerado un factor de riesgo para su desarrollo en el futuro.

Enfermedad crónica tratable

  • Alivio de síntomas como el dolor.
  • Uso de medias compresivas.
  • Actividad física regular.
  • Tratamiento quirúrgico para eliminar o cerrar las venas afectadas.

Signos y síntomas

  • Calambres
  • Dolor en los pies y piernas
  • Edema
  • Pesadez en las piernas
  • Presencia de varices o arañas vasculares de diferentes tamaños

Medidas preventivas

  • Mantenerse en el peso acorde a la talla.
  • Evitar permanecer mucho tiempo de pie.
  • Consumir una dieta balanceada.
  • Realizar algún ejercicio físico al menos 3 veces a la semana por 20 minutos.
  • Evitar la exposición al sol, durante largos períodos de tiempo.
  • Elevar las piernas con apoyo sobre la altura del corazón por 15 a 20 minutos, después del baño o antes de dormir.
  • Caminar eventualmente descalzo por la playa, ya que ayuda a relajar y por lo tanto interfiere en una mejor circulación.
  • Usar geles fríos o masajear con cremas frías, preferiblemente después de permanecer de pie por mucho tiempo.
  • Utilizar zapatos cómodos, ni planos ni de tacón mayor a 3 centímetros.
  • No usar ropa ajustada habitualmente, especialmente pantalones muy ceñidos al cuerpo.