La siesta no es más que un sueño de corta duración o descanso que se hace por lo general luego de la comida del mediodía, con el propósito de descansar y reunir energías para el resto del día. En algunos países como Grecia y España, hacer la siesta es incluso una tradición.
Se ha demostrado que una siesta tiene muchos beneficios para el organismo y debe ser corta para que no altere nuestro reloj biológico.
Por eso son necesarias las siestas, pero… ¿hasta qué momento de la vida?
Se debe individualizar
No todos los seres humanos somos iguales y eso se aplica a los niños, y al igual que hay adultos que para descansar necesitan dormir más horas que otros, también hay Niños que necesitan descansar más o menos tiempo. En el caso de los niños, hay que recordar que los patrones de sueño varían con la edad, y que durante el primer mes el recién nacido se la pasa durmiendo, en promedio unas 20 de las 24 horas del día, lo cual va disminuyendo progresivamente con la edad.
El recién nacido prácticamente despierta solo para comer, mientras que el lactante tiene más periodos de vigilia, ya a partir del año, aparte del sueño nocturno hace por lo general dos siestas, que van desapareciendo y ya alrededor de los 5-6 años, los niños duermen unas 9-10 horas nocturnas sin hacer siestas durante el día.
Beneficios de hacer siesta
Tomando en cuenta los patrones de sueño de cada edad, sin duda alguna, que cuando corresponde, hacer siestas ayuda a mejorar el descanso nocturno, contrario a lo que muchos padres piensan, que si duerme por las tardes luego no podrá conciliar el sueño en la noche. Así mismo, la falta de sueño puede hacer que los niños estén molestos, irritables de mal humor, por lo que hacer la siesta puede mejorar esto.
Otro beneficio de un buen descanso es que promueve el aprendizaje y la memoria, por otro lado, es bien sabido que entre las recomendaciones para un buen crecimiento, están el que los niños tengan un descanso adecuado, ya que durante el sueño se libera la hormona del crecimiento.
¿Qué hacer?
Es importante tener en cuenta que a los niños no se les debe obligar a hacer la siesta, y tampoco impedir que la hagan si ellos sienten necesidad de hacerla. Pero en este último caso, no debe ser muy larga, se recomienda que no sea mayor de una hora, ni tan cerca de la hora de irse a dormir, lo ideal después de comer y en un lugar adecuado y cómodo.
Además debemos tomar en cuenta, cómo le afecta la siesta, si al despertar se pone de mal humor o tiene luego dificultades para lograr el sueño nocturno. Pues hay que recordar que una siesta puede complementar el sueño nocturno, pero nunca reemplazarlo.