Es una patología causada por la Clostridium botulinum, específicamente por una una neurotoxina producida por esta bacteria. Esta enfermedad es de muy baja frecuencia en el ser humano, sin embargo, puede causar la muerte, debido a la severidad de sus síntomas. La vía alimentaria es la forma más común para la intoxicación, principalmente por el consumo de alimentos mal cocidos o mal conservados.

Etiología

Clostridium botulinum, una bacteria gram positiva, anareróbica, esporulada que se encuentra en el suelo y aguas contaminadas y sus esporas pueden sobrevivir en alimentos contaminados que han sido sometidos a inadecuados procesos de elaboración o almacenamiento.

La toxina botulínica es una de las toxinas más potentes, de modo que una pequeña dosis puede producir una grave intoxicación e incluso pueden llevar a la muerte.

Existen varios subtipos de la toxina botulínica, designados con letras: A, B, C, D, E, F y G, siendo la toxina de tipo A la que posee mayor afinidad.

Fuentes de contaminación

Los alimentos señalados como principales fuentes de la toxina botulínica son las carnes y pescados crudos, ahumado o salados, y verduras poco ácidas que permiten el desarrollo del microorganismo; los productos enlatados también pueden ser una fuente de la toxina.

Síntomas de intoxicación

El periodo de incubación es de 8 y 36 horas después del consumir de alimentos contaminados.

Existe predominio de los signos neurológicos como ptosis palpebral (caída del parpado superiror), midriasis o pupilas dilatadas, disnea e insuficiencia respiratoria, disfagia, dificultad para hablar, visión borrosa, sequedad bucal, nauseas, dolor abdominal, apnea transitoria, vómitos, paresia y parálisis bilateral, estreñimiento y confusión mental.

Prevención

La prevención de esta enfermedad se basa en la adecuada preparación de los alimentos conservados; el personal encargado de la preparación de estos productos debe seguir de manera minuciosa la normativa en materia de tecnología de alimentos a fin de evitar la proliferación de la bacteria en los alimentos con la subsecuente producción de la neurotoxina.

Es recomendable no comer alimentos almacenados en latas abolladas, hinchadas o mal selladas, ni embutidos de dudosa procedencia.

También es necesario considerar las medidas de asepsia o antisepsia en el manejo de las heridas a fin de evitar la contaminación de éstas, ya que la bacteria puede ingresar al organismo a través de heridas expuestas.