Estamos tan habituados a verlos en los supermercados que no reparamos en la relevancia de su inclusión en la dieta. El yogur es un probiótico esencial que contiene más de 100 millones de bacterias altamente beneficiosas para nuestro organismo. Sin embargo, no todas las variedades de este lácteo son tan convenientes.

Los aditivos empleados para darles color y sabor a frutas o el porcentaje de edulcorantes que contienen algunos ejemplares comprometen el efectivo aprovechamiento de sus cualidades. ¿Sabes que se atribuye su origen a los tracios que poblaron la actual Bulgaria?

Si deseas conocer más sobre este extraordinario alimento, presta atención.

Siempre yogurt natural

Los nutricionistas y médicos especialistas en alimentación comparten la asunción de que resulta más saludable optar por el Yogur natural y añadirle las frutas, cereales o lo que prefiramos que adquirir los ya preparados. Es la única manera de controlar la ingesta calórica y evitar los químicos y azúcares innecesarios.

Además de un tesoro de bacterias saludables, el yogur es fuente de proteínas, calcio, magnesio, fósforo, potasio, yodo, zinc y vitaminas del complejo B. Dado que en el proceso de fermentación bacteriana la lactosa también es fermentada, este producto resulta igualmente apto para el consumo de los intolerantes a la lactosa.

A su vez, consigue vigorizar las defensas que neutralizan el avance de las infecciones, así como las secuelas de los antibióticos. Facilita la absorción de las grasas, optimiza la asimilación de los nutrientes, protege las encías, previene los resfirados y embellece la piel mejorando su nutrición y retrasando el envejecimiento.

Sin embargo, su propiedad más destacada es la relativa al restablecimiento de la flora intestinal y de la población de microorganismos del sistema digestivo. Muchos fármacos, la ingesta de alcohol, el estrés o los cambios en la dieta suelen romper ese equilibrio.

El yogur, al convertir la lactosa (el azúcar de la leche) en ácido láctico bloquea el daño provocado por la descomposición de los alimentos.

Si padeces gastritis, úlceras estomacales o duodenales tomar un yogur natural al día te ayudará a salvaguardar tu mucosa gástrica.

Reduce el colesterol y previene el cáncer

De acuerdo con un reciente estudio de la American Heart Association el consumo de 2 dosis diarias de los probióticos presentes en el yogur natural logra reducir hasta en un 11 % el nivel del colesterol malo en sangre, el LDL, al cabo de 9 semanas.

¿Sabes que también facilita la pérdida de peso en personas obesas? Una investigación publicada en el International Journal of Obesity revela que las personas que sustituyeron ciertos alimentos por un yogur perdieron un 22 % de su peso y un 80 % más de su grasa abdominal que los que no realizaron dicha sustitución.

La capacidad antiinflamatoria de los lactobacilos del yogur ha protagonizado muchos estudios y ensayos que pretenden hallar la manera de tratar y prevenir el cáncer. El yogur enriquecido con brécol ha demostrado ser efectivo para erradicar las células tumorales en el caso del cáncer de colon, de mama o de vejiga.

¿Eres alérgico?

Si padeces algún trastorno alérgico el yogur natural puede ayudarte a mitigar los síntomas. Su acción sobre el tejido linfoide rebaja la inflamación, estimula la secreción de las citoquinas y regula la producción de los linfocitos.

Si todo esto te parece poco, la Universidad de Harvard ha descubierto recientemente que un yogur natural al día reduce en un 18% el riesgo de padecer diabetes tipo II. Sorprendente, ¿verdad?