La enfermedad de alzheimer es la causa principal de demencia en el mundo y, a pesar de que tiene un tratamiento específico, es incurable. Alzheimer cursa con deterioro de memoria y otras funciones cognitivas que causan progresiva debilidad funcional, culminando con total dependencia para actividades diarias.
Alzheimer es una enfermedad de causas complejas. Son múltiples los factores contribuyen para que una persona sea acometida. Algunos no pueden ser modificados (envejecimiento y factores genéticos, por ejemplo), pero otros pueden ser trabajados para disminuir los riesgos de desarrollar esta grave enfermedad.
Las recomendaciones de las organizaciones especializadas ("La investigación de Alzheimer y Fundación de Prevención", por ejemplo), establecen seis pilares para la prevención de la enfermedad de Alzheimer: actividad física regular, dieta sana, sueño de buena calidad, mente activa, manejo del estrés y vida social activa.
Actividad física regular
La práctica de actividad física regular puede disminuir a la mitad el riesgo de desarrollar Alzheimer. Se recomienda aproximadamente 150 minutos semanales de actividad física. El mejor beneficio se alcanza aliando actividades aeróbicas y entrenamiento de fuerza muscular. Para quien es sedentario, iniciar actividad física puede ser intimidante, pero usted no necesita inscribirse en gimnasios o contratar a un entrenador personal.
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Dieta saludable
Los hábitos alimenticios que reducen la inflamación y promover la producción normal de energía contribuyen a un cerebro sano. Diversos estudios demuestran que la dieta mediterránea reduce el riesgo de Alzheimer.
Significando una dieta rica en verduras, cereales integrales, aceite de oliva y peces, y consumo reducido de carne roja. Consumir omega-3 y el té verde parece disminuir el riesgo, mientras que las grasas trans y saturadas aumentan el riesgo. Los niveles de insulina y glucosa en nuestro organismo deben ser mantenidos estables: hacer varias comidas a lo largo del día, pero en pequeña cantidad; Evite los alimentos procesados, especialmente los ricos en carbohidratos, como el azúcar y la harina blanca, ya que aumentan rápidamente los niveles de glucosa, contribuyendo a los cambios inflamatorios.
Actividades mentales
Mantener el cerebro activo, ejecutando actividades que utilizan múltiples tareas o requieren interacción y organización, disminuye el riesgo de Alzheimer. Se sugiere: aprender algo nuevo, como un idioma o tocar un instrumento musical; practicar memorización; resolver juegos de lógica y estrategia; seguir rutas diferentes a destinos habituales.
Dormir adecuadamente
Estudios recientes sugieren que el sueño irregular es un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Los hábitos que mejoran la calidad del sueño son alentados: establecer un ritmo de sueño-vigilia regular (es decir, procurar ir a dormir siempre en el mismo horario y despertar siempre en el mismo horario); (si usted tiene insomnio, evite, si usted necesita una siesta para sentirse dispuesto, evite tomar al final de la tarde); la habitación es para dormir (TV y otros aparatos de la habitación); crear un ritual relajante para ir a acostarse; si pierde el sueño, salga de la habitación, relájese en otro ambiente, cuando vuelva a sentir sueño, vuelva a la cama.
Manejo de la tensión
El estrés grave y crónico puede causar una reducción de volumen del hipocampo, estructura cerebral clave para el funcionamiento de la memoria. Algunas medidas ya se mostraron eficaces para combatir el estrés: respiración abdominal por algunos minutos, diariamente; actividades diarias relajantes y placenteras; meditación y prácticas religiosas.
Vida social activa
Los seres humanos son criaturas altamente sociales. No prosperamos en aislamiento, ni en nuestros cerebros. Las investigaciones muestran que permanecer socialmente comprometido puede proteger contra la enfermedad de Alzheimer, por lo que tratar de desarrollar y mantener una fuerte red de amigos, la interacción personal, cara a cara parece ser mejor que la interacción virtual a distancia.