La alimentación del niño es un acto de interacción entre dos: el cuidador, que generalmente es la madre, y el niño. De ahí que el desarrollo de conductas adecuadas y saludables en torno a la alimentación dependan en gran parte de ese proceso, aunque también intervienen otros factores.
¿De verdad no quiere comer?
Ante todo hay que tener en cuenta que el niño come en proporción a su tamaño y a su velocidad de crecimiento.
Estos dos aspectos traen consigo dos conclusiones sumamente importantes: una, que no podemos esperar que la cantidad de comida que ingiere el niño sea igual a la que ingiere un adulto.
La segunda, es que el período de máximo crecimiento es el primer año de vida, es decir, que durante ese primer año, los niños engordan y crecen más rápidamente que en ninguna otra época de su vida, de allí que coman más. Pero una vez que ocurre la disminución de la velocidad de crecimiento, algunos niños dejan de comer, puede ocurrir alrededor de los nueve meses, del año y otros esperan hasta el año y medio o los dos años
Por supuesto existen factores externos, como el hecho de que los padres tengan un estilo de alimentación controladora o negligente donde el padre trata de controlar todo lo que el niño come, le restringe alimentos, lo presiona para comer o lo soborna con recompensas si come, o lo castiga si no come y en ocasiones ignora las señales de hambre o de saciedad del niño.
¿Qué hacer?
Primero el padre o cuidador debe tener una conducta responsable vigilando en todo momento cómo va el crecimiento del niño, y luego entendiendo que el niño come por necesidad y no por obligación.
Si realmente hay un problema de alimentación, se debe prestar atención no solo a lo que come, sino al ambiente, el momento y como lo hace. El ambiente debe ser agradable, al igual que la apariencia de los alimentos, que sea con colores vistosos y servidos en su plato favorito.
No olvidar servirle en porciones adecuadas según su tamaño e invitarlo a participar en ese proceso, dejándolo escoger sus alimentos y no obligándolo a terminar su plato o a comer alimentos que rechaza. Se debe tener paciencia a la hora del rechazo de nuevos alimentos y enseñarlo a autoalimentarse, no importa que ensucie las cosas.
Por último, se deben evitar distractores a la hora de comer, lo ideal es hacerlo rutinariamente a la misma hora y en familia.
Tomar en cuenta estas recomendaciones puede hacer más llevadero , prevenir y manejar los problemas reales de alimentación que se puedan presentar en el niño.