Tal cual como la bruja de Blancanieves, podemos pasarnos la vida entera agobiadas por estar siempre bellas. El deseo de ser atractivas nos pone bajo tanta presión, que no solo somos capaces de enviar manzanas envenenadas a nuestras rivales, sino de hacernos la vida imposible a nosotras mismas. Por siglos hemos creído que Belleza es sinónimo de perfección y bondad. En cambio, pensamos que lo malo es feo y por eso merece se pisoteado. ¿Y qué sucede entonces? Si hemos vivido una historia de maltrato, y si solo conseguimos novios que nos tratan peor que basura, seguramente se debe a que algo dentro de nosotras no está bien.

Nuestra imagen se vuelve muchas veces, un campo de batalla donde se expresan más cosas que un simple deseo por lucir atractiva. ¿Cómo cuales? Nuestra falta de afecto y seguridad, por mencionar algo. Esto explica porque muchas de las mujeres más hermosas de la historia se han sentido feas. Cuando crees que solo transformándote en Miss Universo vas a alcanzar el paraíso terrenal, ahí comienzan los problemas. Recuerda que ser admirada por todos no resolverá tu existencia. Si no estás bien contigo, jamás podrás sentirte llena.

Bellezas extrañas

No tienes que ser Barbie para ser bonita, existen mil tipos de belleza; en muchas ocasiones tenemos alguno que para nada es común, lo cual, jamás significara fealdad, sino simplemente, diferente.

En cada época ha existido un ideal de hermosura distinto, pero, que esté de moda en algún momento determinado, nunca querrá decir que sea el único, es solo una preferencia más.

A veces nos obsesionamos por parecernos a algún tipo de mujer, pero sucede que cuando logres ese objetivo, puedes lucir demasiado artificial. Aquí es donde entra un elemento básico para poder ser atractivas: la actitud.

Nuestra imagen no solo depende de cómo nos arreglamos, sino de cómo nos sentimos en determinados momentos. Además, existen estados de ánimo que nos sientan mejor que otros; por ejemplo, a veces cuando te sientes deprimida tu cuerpo se siente pesado. Entonces más que ser bella, se trata de sentirnos bellas.

“Jugar” es la palabra clave

El explorarte, el conocerte, el entender tu tipo de belleza debe ser un juego en el cual la sensualidad es fundamental. Dicha sensualidad no solo se relaciona con el sexo, también se encamina por el lado de estimular nuestros sentidos. Ser sensual es permitirte experimentar con colores, texturas, olores y sonidos; es elegir un vestido, no solo por el hecho de saber cómo luce, sino también por cómo se siente cuando lo usas; es consentirte y tomar un baño bajo a luz de las velas o ponerte una mascarilla para relajarte y sentirte a gusto.

Recuerda que lo mejor es que tu sensualidad sea entendida como la idea de convertir la belleza en un ritual, empezara con reflejarse en tu actitud y los que te rodean, más temprano que tarde, no podrán sentirse intrigados.