Siempre hemos creído que el consumo de sal aumenta la necesidad de beber. Pero estudios recientes han confirmado que lo que realmente provoca la sal es que necesitemos comer más.

Dos estudios publicados recientemente en la revista Journal of Clinical Investigation parecen contradecir lo que siempre hemos creído: una dieta alta en sal hace no hace que bebamos más, pero sí provoca un aumento del apetito. En este descubrimiento participaron científicos de la Universidad estadounidense de Vanderbilt y científicos alemanes del Centro Max Delbruck, de Medicina Molecular (MDC), en colaboración con la Agencia Espacial Alemana (DLR).

Estudio en "astronautas" voluntarios

Los investigadores pretendían calcular la reserva de agua que necesitaría el cuerpo humano en un hipotético viaje al planeta rojo. En la investigación participaron 20 "astronautas" voluntarios que fueron divididos en dos grupos. No eran realmente astronautas, sino personas que quisieron participar en este experimento, pero les llamaron así porque la idea principal del estudio se fijaba en los futuros astronautas que podrán viajar a Marte. Ambos grupos debían comer lo mismo durante más de 200 días pero con una pequeña diferencia, la cantidad de sal de un grupo era superior al del otro grupo.

Mientras realizaban el experimento ambos grupos debían ir controlando los valores diarios de orina y el consumo de agua que hacían en todo el día.

Los resultados fueron inesperados: las personas que habían comido alimentos con más cantidad de sal no habían necesitado beber tanto como los otros pero, sin embargo, tenían mucha más hambre y comían más.

Hasta día de hoy siempre hemos creído que las comidas más saladas nos hacen beber más pero este estudio dice lo contrario.Y no sólo eso, sino que además afirma que no sólo bebemos menos sino que también comemos más.

Un segundo estudio, esta vez realizado en ratones, permitió identificar el mecanismo principal que hace que lleguemos a estos resultados. Parece ser que, en efecto, una dieta alta en sal induce la activación de un mecanismo de ahorro de agua renal. Este proceso viene regulado por glucocorticoides, las moléculas que producen urea.

Y es ésta última, la urea, la responsable de la reducción de las pérdidas de agua y, por tanto, de la necesidad de beber.

Los investigadores vieron que la producción de urea requiere mucha energía. Esto es lo que hace que no sólo bebamos menos sino que además comamos más.

Estos dos estudios han servido a los científicos para acabar confirmado que, pese a lo que creemos casi todos, si comemos alimentos salados no nos moriremos de sed. Pero sí puede que comamos más de lo que teníamos previsto.