En su papel como una verdadera policía ecológica, el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, emplea las unidades caninas del Servicio Cinológico del cuerpo para la detección de cebos envenenados, trampas para animales y otras formas de furtivismo y caza ilegal que producen daños terribles al ecosistema.

La Benemérita actúa como una policía judicial integral especializada en crímenes ecológicos, que descubre el delito, persigue al delincuente y lo pone a disposición judicial, del mismo modo que se combaten otros tipos de criminalidad.

La barbarie de los cebos envenenados

Hace décadas, cuando aún se podía definir a España como un país en vías de desarrollo, la nula sensibilidad por la naturaleza que afectaba a nuestra población hacía ver con indiferencia las prácticas que se realizaban en el entorno rural de colocar toda clase de trampas, cepos y cebos envenenados con estricnina y otras sustancias para "exterminar alimañas".

El daño que estas prácticas hacían en el ecosistema era brutal, con miles de animales muertos envenenados por comer cebos ponzoñosos -desde buitres, rapaces, linces, zorros, lobos e incluso osos- o padeciendo una terrible agonía atrapados en cepos y demás trampas arrojadas por el campo, lo que llevaba a poner a especies en vías de extinción o a exterminarlas de hecho en varias zonas de la geografía nacional.

Décadas ha llevado concienciar a la ciudadanía de lo brutal de estos medios y crear una sensibilidad social y conciencia ecológica que permita combatir con eficacia estas prácticas hasta reducirlas drásticamente.

Pero, aunque ya minoritarias, siguen sin estar erradicadas, ya sea por incultura o por el primitivismo social y cultural de mantener unos hábitos de conducta desfasados; por interés económico de ganaderos que ven a sus reses presa de depredadores naturales con el perjuicio que les conlleva; o por la conveniencia de dueños de cotos de caza que no quieren ver su cabaña reducida por la mera acción de sus cazadores naturales.

Contra ello, y en colaboración con el Ministerio de Transición Ecológica, la Guardia Civil realiza desde hace tres años la 'Operación Antitox' para erradicar el uso de cebos envenenados y demás trampas en el entorno natural.

'Operación Antitox VIII': Limpiar el campo de cebos venenosos

Metodológicamente, la 'Operación Antitox' consiste en patrullas extensas del SEPRONA apoyadas por perros adiestrados del Servicio Cinológico por zonas rurales donde existen precedentes de uso de cebos envenenados o hay indicios de que se emplean.

Las patrullas de la Guardia Civil se realizan tanto en el campo como en poblaciones y edificaciones rurales donde gracias a la formidable capacidad del olfateo del perro éste detecta el olor de los venenos, ya se encuentren almacenados o estén usándose como cebo en cadáveres de animales, trozos de carne usados como señuelo y demás trampas.

Gracias a su entrenamiento desde que son cachorros, los perros entienden la búsqueda como un juego en el que si ganan obtienen una recompensa, comprendiendo que el adiestramiento crea en los canes una forma de conducta determinada que es la que aplican cuando detectan algo.

Cuando lo han localizado, se colocan junto a la fuente de olor señalándola, sentándose o acostándose al lado, y esperan la recompensa de su cuidador.

De esta manera, solo en 2019 se han realizado 289 inspecciones con la incautación de 1.678 trampas ilegales, 47 trampas venenosas y 28 detenciones, levantándose 175 infracciones administrativas y 28 penales, afectando al artículo 336 del Código Penal, que tipifica el delito ecológico y conlleva penas de prisión.

Las operaciones 'Antitox' empezaron en 2017 y, a parte de que las estadísticas mejoran cada año, la aparición en las patrullas de cada edición de menos animales muertos por venenos, hace pensar que la lacra del envenenamiento por cebos está en declive. Se cuenta, eso sí, con la zona gris de animales que no se encuentran y dejan una franja de incertidumbre muy notable, para que las estadísticas sean totalmente fiables.

Identificando los venenos

Las investigaciones de la Guardia Civil muestran que los principales venenos empleados en los cebos son el aldicarb y el carbofurano, ambos insecticidas muy virulentos que ya han sido ilegalizados y retirados del mercado, como hace décadas la estricnina, pero legales hasta hace unos pocos años.

Así, existe mucho stock almacenado por particulares que los compraron en su momento. Por ello, muchas detecciones caninas son de cantidades guardadas en garajes y trasteros.

Hasta tal punto son materiales tóxicos que su manipulación errónea puede conllevar envenenamientos en humanos, descubriéndose en las investigaciones fallecimientos, enfermedades crónicas e ingresos hospitalarios provocados por intoxicación por aldicarb.

Recuperar la naturaleza dañada

La 'Operación Antitox' no se basa solo en la represión del delito, sino en restaurar la naturaleza dañada.

Por ello, la Guardia Civil participa en el proyecto "Monachus" de reintroducción de aves carroñeras, especialmente del quebrantahuesos, en los lugares donde los cebos ponzoñosos las erradicaron.

'Antitox' se coordina a su vez con las instituciones locales y autonómicas para una acción más eficaz y colabora con organizaciones medioambientales de prestigio como SEO Bird Life para hacer esta recuperación silvestre más eficiente.

Un éxito en la lucha por la defensa de la naturaleza que ha sido alabado por la Unión Europea, cuyos miembros han enviado a sus agentes, e incluso otros han llegado de Marruecos, a instruirse con el SEPRONA en este tipo de operaciones.