Estamos a día de hoy en un impás de toma y daca, que parece interminable. Ya es que ni pongo las noticias porque me genera hastío. Entre los Mossos, los ayuntamientos pro y los que están en contra del Referéndum y una lista aún más larga de nombres y administraciones que legislan sobre el tan esperado evento. Uno ya no sabe a qué atender. Esto produce en la sociedad tal pesadez que lo único que se consigue es apatía. En vez de fomentar el debate y el pensamiento crítico hacia la política, alejan paulatinamente al ciudadano de uno de sus principales derechos y deberes, que es velar por su libertad política y ser parte del juego democrático.

La linde

La linde interminable de la soberanía nacional. La Constitución dice que todos los ciudadanos españoles somos parte de esa soberanía y que somos todos lo que hemos de decidir sobre el destino de una Comunidad Autónoma (la cual, por si alguien no lo sabe concentra la mayor parte del PIB nacional). Pero digo yo, ¿a un paisano de la Cabrera (León) le afectará tanto en su fuero interno que un payés gerundense quiera dejar de ser español? Eso es algo que jamás entenderé, a no ser que vengan los defensores de la Patria a explicármelo.

El tonto

¡La unidad de España!, ¡put* catalanes! Cuanta contradicción es los trending topic de las tascas peninsulares. ¡Pónganse de acuerdo! odian el catalán pero no quieren que dejen España, porque este país en una nación de naciones y aquí cabemos todos, porque es grande y libre (uf… parece que se me mezclan los discursos).

El estado con el señor Brey a la cabeza, se niega desde lo más rotundo a ceder ante el llamado Desafío soberanista y el señor Puigdemont, se niega a ceder a la negativa del Estado.

Se acaba la linde

En fin. En los próximos días veremos como la linde se acaba y a ver cuál es el tonto que sigue adelante. Lo malo que al final de la linde habrá un espino y se pincharán con él.

Para luego preguntar a ver quién es el dueño del espino que vamos echarle la bronca de nuestra tan mermada sabiduría.

El caso es que no llegará nada de esto a finalizar y cuando los responsables de ambos lados caigan presas de su necedad a ver a quien culpan de su desgracia.

No descarto que todo esto acabe en los tribunales, pues todo apunta a ese final.

Las leyes se pueden cambiar pero hace falta diálogo y consenso, que mirar a ver quién mea más lejos está bien para decidir cuando somos pequeños. Pero cuando ya se peinan canas, quizás, habría que pararse al final de la linde y replantearse muchas cosas. Porque todos claman al Estado de derecho, pero nadie lo respeta como se debe.