Corría el año 1958 cuando el dictador de Haití (François Duvalier) más conocido como ‘’Papa Doc’’, sufrió un atentado frustrado. El dictador haitiano, uno de los más perversos de la historia, comenzó a desconfiar profundamente del ejército, al que acusaba de estar detrás del intento de asesinato, y decidió crear su propio cuerpo de seguridad personal en 1959: los Tonton Macoute.

La misión de los Tonton Macoute era silenciar a todo aquel que cuestionara el papel del líder haitiano y pudiera suponer una amenaza para el régimen. Llegaron a ser más de 200.000 hombres los que integraron la banda, en un país que no alcanzaba los 4.000.000 de habitantes.

En todas las familias, había al menos, un miembro infiltrado por los Tonton Macoute. Se dice que los haitianos bromeaban diciendo: si tú no estás espiando a tu padre, tu padre te está espiando a ti. Los requisitos para formar parte de la milicia estaban bien definidos: ser varón, corpulento, tener antecedentes criminales, ser negro y no mostrar ni un ápice de misericordia con el disidente.

Ahora en España, asistimos a la creación de un nuevo grupo ‘’paraonline’’: los Cassandros. Este nuevo grupo se caracteriza por hacer chascarrillos como: ‘’Esperemos que Cristina Cifuentes muera antes de las doce’’ ‘’Que pena que en el tapón de los San Fermines no haya muerto nadie’’ y ‘’Soy feliz con un rifle para matar a los canis que vea’’.

A cualquier persona normal independientemente de su ideología, este elevadísimo nivel humorístico, lo único que le puede producir son ganas de vomitar, sin embargo, a esta basura humana y moral, les apasiona la desgracia, la violencia y la muerte.

A diferencia de los Tonton Macoute, los requisitos para pertenecer a este selecto grupo no son tan restrictivos.

Para formar parte de él, basta con ser una persona amargada, que destile odio y esté dispuesta a pasar 24 horas al día en las redes sociales difundiendo los magníficos valores de la secta podemita. La misión de los Cassandros es amedrentar sin cesar, insultar y amenazar al disidente. Sin ir más lejos, servidor recibe todas las semanas mensajes tales como: ‘’fascista hijo de puta, ojalá te mueras’’ ‘’seguro que eres otro estúpido obrero de derechas’’ o ‘’no voy a parar de denunciarte hasta que te cierren la página’’.

Lejos de sentirme ofendido, lo único que me produce este tipo de mensajes es pena. Reconozco que me compadezco de estos seres amargados, quizás por aquello de la misericordia cristiana. Imagine como de reventado ha de estar alguien en su vida, para tomarse el tiempo de entrar en una página de facebook y enviar un mensaje al administrador deseándole la muerte, esperando algún tipo de respuesta por el destinatario, para así intentar rellenar el vacío personal en el que se encuentra.

La última víctima de estos mamporreros de chichinabo, ha sido el periodista Carlos Alsina. Se atrevió a demostrar la ignorancia de ‘’amado líder’’ con respecto al contenido de las resoluciones judiciales que abiertamente se atreve a criticar; desenmascarando al propio a la plañidera que se ha estado paseando por los medios de comunicación haciéndose pasar por mártir.

Todo ello por supuesto, con el beneplácito de siniestros pseudoperiodistas que disfrutan viendo como los que no les bailan el agua, son acosados por estos Cassandros que han encontrado en las redes sociales, su válvula de escape para poder sobrellevar su triste existencia.

A pesar de todo, no comparto que condenen a la chica, chico o lo que sea, por lo que escribió en su twitter. No creo que haya una condena peor que tener que vivir en esa mente atormentada. A diferencia de ellos, yo sí creo en la libertad de expresión.