La Franquicia Chavista en España, ha vuelto a acometer una nueva emergencia social. En este caso, ha pedido suprimir el delito de enaltecimiento del terrorismo. Es razonable que el hijo de un terrorista, educado en la base del rencor y odio hacia los demás, pretenda que alentar el asesinato de personas inocentes por el mero hecho de no pensar como el pastor de la borregada, salga gratis.

No es nada nuevo, la extrema izquierda siempre ha vestido de héroes a los seres más siniestros y perversos de la historia, llegando a calificar a grotescos criminales como libertadores, luchadores y valientes, cuando la realidad es que no eran más que un montón de basura cobarde, que necesitan el respaldo de una pistola para poder sentir algo de respeto.

El problema, no es que exista este tipo de gente, en toda sociedad siempre hay un selecto grupo de indeseables cuya máxima obsesión es sumir al resto en la misma miseria ética y moral en la que ellos habitan; ya saben, si todos viven mi triste existencia me sentiré mejor, lo que popularmente viene a ser el consuelo de los tontos.

El problema real de todo este asunto es que 5.000.000, repito 5.000.000 de personas, votan a este conglomerado formado por lo mejor de cada casa. Quizás para Cifuentes será algo normal, según ella, Errejón es el hijo que toda madre querría tener, lo cual, me hace pensar qué clase de hijos tiene ella para tener semejante anhelo. Pero para cualquier persona con algo de honor, respeto, educación y sensibilidad, todos los dirigentes y miembros de la franquicia chavista, lo único que pueden transmitir es asco y rechazo.

No nos engañemos, la sociedad española ha entrado en ese declive propio de nuestra historia, la cual aprovechan estos amantes de la violencia para manipular (sin demasiado esfuerzo), a un país acobardado, sin líderes válidos, sin rumbo, sin valores y sin memoria, utilizando todo su poderío mediático para humillar a las más de 857 personas inocentes que murieron asesinadas, junto a los miles de heridos, decenas de huérfanos y 90 secuestrados, que produjo el terrorismo en nuestro país.

Les apasiona la violencia y la dictadura del terror a la que ETA sometió a los españoles durante décadas. Siempre ha sido así. Son carroña violenta, gente frustrada y amargada, que disfruta con el dolor ajeno y sienten una idolatría por los criminales, digna de estudio al igual, que también deberán estudiar los expertos, como la sociedad española pudo avalar con 5.000.000 de votos a los que antes, por suerte, apenas eran unos miles.