Desde que comenzó la crisis del Coronavirus son muchas las noticias que estamos recibiendo, a veces contradictorias, a veces reales pero también muchísimas Fake News o noticias falsas, que día a día leemos en redes sociales y que damos por buenas sin darles un segundo de duda, como si todo pudiera ser cierto por inverosímil que parezca. Las famosas fake news son artículos o noticias cuyo principal objetivo es la desinformación.

Están diseñadas con una intención concreta, deliberada, para manipular decisiones o modos de pensar, engañar, desprestigiar o sacar rédito.

En ellas se presentan hechos falsos como si fueran reales hasta el punto de que el lector las toma como ciertas, por verídicas, sin darle siquiera el beneficio de la duda. Su contenido, destinado exclusivamente a quedarse en nuestra memoria, ejerce el máximo poder cuando además las compartimos y las propagamos como si fueran hechos ciertos, logrando viralizar en un instante cualquier noticia sin un mínimo contraste periodístico. Tomar opiniones personales de personas no expertas como si fueran hechos o malas interpretaciones y frases sacadas de contexto para ajustarlas a la intención concreta de quién las emite también es una forma habitual de crear noticias falsas.

Algunas fake news pueden resultar dañinas a nivel personal como las que decían que comer ajo o bañarse en agua muy caliente previene el contagio, o la famosa noticias de helicópteros lanzando desinfectante sobre las ciudades. Otras pueden generar miedo, como por ejemplo decir que los mosquitos transmiten el COVID-19, cuando estamos entrando en esa etapa veraniega en que pululan estos bichos, u otra más espeluznante: decir que el virus provoca un vómito negro...

Hay fake news que pueden ser dañinas para nuestro organismo si las ponemos en práctica

No, los batidos Detox, las setas, algas o el consumo masivo de alcohol tampoco lo previene si no que puede llegar a producir una intoxicación, como en Irán, donde 27 personas murieron por una intoxicación masiva de alcohol.

Sin embargo, las noticias más indignantes son aquellas que tratan de sacar partido de una de las peores crisis enfrentadas por el ser humano en los últimos cien años. La desinformación intencionada de noticias políticas por parte de detractores de distinto color, son realmente las que más aversión causan, pues se trata de sacar beneficio sin importar nada más que el futuro en las urnas, como si en lugar de en una pandemia global que en nuestro país se ha cobrado más de 26.000 vidas, estuviéramos en una campaña electoral.

Al margen de los aciertos y desaciertos que pueda tener un gobierno en algo tan terrible como una pandemia de estas características a la que no se ha enfrentado nadie con anterioridad, al margen de tener que afrontar un virus completamente desconocido en el ser humano, para el cual no existen vacunas ni medicación concreta y que además de provocar una crisis sanitaria está ya provocando una crisis económica brutal, aún existe gente que en lugar de hacer piña se dedica a sembrar el camino de piedras, criticando hasta lo más mínimo, hasta aquello que es de sentido común; pero ya sabemos que el sentido común es el menos común de los sentidos.

Así, vemos las redes inundadas de falsas medidas de restricción, de falsas leyes, de decretos malinterpretados, de opiniones basadas en perjuicios o incluso poniendo en duda la palabra de epidemiólogos y personal médico. Muchas de ellas no pueden evitar tener un sesgo político muy concreto. A la propuesta de una renta básica, muchos ya la llaman paga para vagos y también dicen, sin despeinarse, que hasta los okupas van a poder empadronarse en sus casas ocupadas para poder recibirlas, algo completamente falso.

Controlar las 'fake news' no es censura

Al control de fake news en las Redes Sociales para evitar la propagación de mentiras que pueden ir en detrimento de la salud del ciudadano, me remito a los 27 muertos en Irán, lo llaman censura.

Al estado de alarma lo llaman dictadura por restringir el movimiento de ciudadanos cuando está comprobado que el aislamiento físico es lo único que ha funcionado de verdad. Al hecho de poder entrar ochenta personas para abastecerse de alimentos enfrentan el hecho de no poder ir a misa o salir al bar. El simple hecho de separar a niños de ancianos lo consideran eugenesia, cuando está comprobado que los ancianos tienen la mayor tasa de letalidad del virus y los niños son propagadores pasivos. Las medidas de la cuarentena o no poder desplazarte a tu segunda residencia es casi un secuestro por parte del estado...

Las fake news, unidas a ese tipo de sesgo ideológico más el ya famoso efecto Dumming- Kruger del que los españoles parecemos tener una exclusividad deslumbrante, por la cual cuanto menos sabemos más hablamos, amenaza la información real, la verídica.

Amenaza la convivencia y la propia democracia en donde el pueblo, manipulado convenientemente, de forma visceral y sin dar dos vueltas de pensamiento, se deja llevar por el populismo, anteponiendo derechos individuales al bien común, exigiendo poder hacer lo que le venga en gana, exigiendo libertad para todo en medio de una brutal pandemia que no deja de cobrarse vidas y de la que se espera un rebrote el día menos pensado.

Las fake news van dirigidas a la parte más visceral y primigenia del ser humano: el miedo

El egoísmo y la individualidad, el miedo, cualquier tipo de miedo, bien dirigido a lo más primigenio de nuestro ser, el creer que los derechos individuales están por encima del derecho de los demás, la crisis económica que terminará de hundir a quienes empezaban a recobrarse tras la crisis de 2008 y sobre todo la estupidez humana, puede llevarnos a un momento histórico en que, en lugar de superar una pandemia, causada mayoritariamente por el hombre y su abuso continuo de los recursos naturales de la naturaleza, sea esta la que nos seleccione para nuestra extinción. Y merecidamente.