En este mismo instante, cuando se cumplen 18 días de confinamiento en todos los hogares españoles, la gran mayoría de la población se encuentra ya acostumbrada a permanecer encerrada en casa y dedicándose, unos más que otros, a los hobbies que tenían olvidados; tele trabajando o compartiendo tiempo con la familia.
Dando además rienda suelta a la creatividad y humor - imprescindible en los peores momentos - y a la generosidad, compartiendo de esta manera actividades de utilidad para muchas otras personas y, sobre todo, revelando compasión a todo el equipo sanitario español, cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, personal de limpieza e higiene y un largo, etc, que está librando la batalla, desde la primera línea.
Gracias a todo este cóctel de emociones y actos de solidaridad, se está llevando el confinamiento lo mejor posible. No cabe duda que el ser humano saca lo mejor de sí mismo en los peores momentos y eso hace que el individuo se convierta en un ser brillante, invencible y mucho más resiliente.
El pasado ya no existe
Ahora mismo, lo que más se necesita es estar en pausa y no pensar en el pasado - porque ya no existe - y tampoco en el futuro, porque ahora mismo para todo el mundo es incierto. El pasado murió de alguna manera, porque ya nada volverá a ser igual.
La sociedad que se conocía hasta entonces puede ser que se transforme, ya que está frente a un cambio de paradigma social. El ser humano ahora es más consciente de su papel en el mundo y necesita preservar el bien común, para no propagar un virus tan contagioso.
Tras la crisis, un futuro incierto
La higiene en los próximos años será una tarea prioritaria y muchos mirarán al continente asiático con admiración, aprendiendo de sus hábitos que - hasta ahora - parecían extraños, pero que muchos incluirán en su día a día.
Y esto ocurrirá porque seguramente en los próximos meses las personas no estarán exentas de nuevos contagios, tal y como afirma el Dr.
Ben Cowling, un epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong, que aseguró en una entrevista a la revista Business Insider que: "los cierres de ciudades sólo retrasan el pico del brote unos 3 meses" y que además afirma contundente que "lo que pasó en Wuhan y ahora lo que está sucediendo en el norte de Italia, no es el pico de una epidemia.
Falta un mes para el pico”.
Las mascarillas que no llegaron a tiempo
Uno de los grandes errores cometidos en esta crisis sanitaria - semejante a un mal sueño o una película de ciencia ficción - ha sido la mala gestión por parte de los gobernantes, para hacerle frente al Covid-19.
Se sabía desde enero la gravedad del Coronavirus en China. Miles de medios de comunicación anunciaban el drama, que se estaba viviendo en Wuhan -epicentro de la pandemia - y a medida que avanzaba el virus por el continente asiático se iba retransmitiendo en todos los medios de comunicación del planeta
No había nada más que ver a un ejército de personas construyendo un hospital en la ciudad de Wuhan en tan sólo una semana.
Eso fue un antecedente crucial de lo que podía llegar a pasar en España, si no se tomaba en serio el virus que acechaba al mundo entero. Pero el ser humano tiende a pensar que nada le va a ocurrir, pero de repente todo llega y esto ha afectado al país por completo.
Aún así, miles de personas ante el desabastecimiento del material sanitario, se han volcado con la causa poniéndose manos a la obra en la confección de mascarillas caseras, para así poder ofrecérselas a un gran número de hospitales y residencias que los necesitaban.
Un ejemplo de ello, es la presentadora de televisión Paz Padilla, que se ha unido a esta propuesta cosiendo un buen número de mascarillas, desde su propio taller, en pleno confinamiento.
La imaginación en momentos de incertidumbre
Tener miedo al futuro es algo natural y biológico. La incertidumbre se apodera del ser humano con gran inquietud en estos momentos, pero se debe encontrar un oasis en el cual sentirse cómodo y confiado. Si además de eso, se añade el bombardeo de información incesante que circula por los medios de comunicación sobre la economía de España, puede ser que no exista esperanza alguna para lo que acontece, pero una manera útil de contrarrestar todo esto es aplicando la imaginación, de cara al mundo laboral.
Esta crisis puede ser negativa para todo aquel que no vea oportunidades en su trabajo o en nuevos proyectos a futuro pero por otro lado, puede ser muy positiva para todo aquel que recurra a su imaginación creando así nuevas iniciativas en su empresa o para los más arriesgados creando start-ups ligadas al post-coronavirus y, de esta manera, dar soluciones creativas.
En Estonia ya se ha creado el programa Hack the Crisis, que pone en marcha ideas y soluciones para combatir el Covid-19. Esta es una gran oportunidad para todas aquellas start-up's, que ven un gran momento para salir a flote.
Una de las ideas más sorprendentes de esta iniciativa es la aplicación Kabe, en ella se encuentran 2 tipos de usuarios: el infectado y el no infectado.
La aplicación permite hacer un seguimiento de la ubicación para los usuarios inscritos, de esta manera y una vez que un usuario especifica que ha sido infectado con el virus, se comparan los datos de ubicación de los últimos 5 días con todos los demás usuarios no infectados y se les informa cuál es la probabilidad de que contraigan la enfermedad.
También la aplicación móvil permite calcular el porcentaje de riesgo que puede tener el usuario en las diferentes áreas de una ciudad o incluso en un país entero. Por su parte, los creadores de esta aplicación han afirmado que están utilizando datos totalmente anónimos. Además, permite una gestión de la información completa y actualizada, con datos oficiales del Gobierno, a través de notificaciones push.
Esta y otras muchas más son las propuestas que se han presentado en Hack the Crisis. Se puede consultar el listado de iniciativas en la página web oficial, Accelerate Estonia.
Una sociedad renovada
En toda catástrofe humana se ve reflejada la fragilidad del ser humano desde su mejor y su peor ángulo.
Esta crisis, sin duda, ha dejado una gran huella en la sociedad, pero también ha conseguido sacar lo mejor de cada individuo.
Jamás se olvidará que el Palacio de Hielo tuvo que ser utilizado como morgue para salvaguardar miles de cadáveres, ni tampoco que los ciudadanos se tuvieron que quedar en casa, aún teniendo síntomas, porque el hospital estaba desbordado, esta vez era mejor librar la lucha desde el propio hogar. También será difícil de olvidar, que tuvo que morir gente por el desbordamiento en los hospitales y que muchos sanitarios se vieron desprotegidos y sin ayuda básica.
Pero la sociedad unida y esperanzada está consiguiendo que, todo siga hacia delante y que se logre estabilizar esa curva de contagio, gracias al confinamiento en los hogares españoles.
Esta crisis tan extrema cambiará a la población, convirtiéndola en una sociedad más solidaria, y más presente, porque al fin y al cabo la vida es finita; como también lo son los recursos, el dinero y la salud. Todo se acaba, todo llega a su fin. El día que se retome la rutina y la vida normal, la sociedad habrá aprendido una lección y será mucho más sólida, renovada y sobre todo más humana.