Como ya vaticinábamos hará apenas unos meses, una de las grandes apuestas cinematográficas de este año es el nuevo proyecto del irreverente Quentin Tarantino: “Once Upon a Time in Hollywood”. Y tan solo ha sido necesario un escueto tráiler de presentación para verificar dicha expectación. Así que, mientras esperamos hasta agosto, para nada desmerece revisitar otra de sus grandes aportaciones al séptimo arte: su debut como director, “Reservoir Dogs” (1992).
Con Reservoir Dogs, Tarantino ya dejaba bastante claro cómo iba a ser su estilo de dirección: crudo, malhablado y muy violento (algunas veces incluso demasiado), aunque no por ello gratuito. La película está construida como si se tratase de una obra teatral, lo cual, seguramente, ayudara a reducir costes de producción y facilitara su rodaje de forma considerable.
El presupuesto inicial del filme rondaba los 30.000 dólares
El guión corre a cargo del propio Tarantino, quien dice haberse basado en uno de los trabajos primigenios de otro titán del Cine de la segunda mitad del siglo XX, Stanley Kubrick, y su “The Killing” de 1956.
La trama transcurre, mayoritariamente, de manera no linear. A excepción de la primera escena de la película, la cual sirve para presentarnos a los protagonistas y darnos pequeñas pinceladas del carácter de cada uno; y de varios “flashbakcs” que van surgiendo conforme avanza el argumento.
La acción presente nos sitúa en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad Los Ángeles, en donde somos testigos del desarrollo de los acontecimientos hasta su sorprendente final. Mención aparte merece la famosa escena de “la anécdota del retrete”, tanto por su ejecución como por las decisiones artísticas empleadas.
El eso real de la cinta recae sobre los hombros del reparto
De este modo, el peso real de la cinta recae sobre los hombros del reparto y sus formidables actuaciones.
Harvey Keitel (Señor Blanco) quien repetiría con Tarantino en la célebre “Pulp Fiction” (1994), nos regala uno de sus papeles más memorables en el rol de un ladrón veterano, rudo y pasional, que se desvive por mantener con vida a uno de sus compañeros, sin importarle las consecuencias de sus actos.
Tim Roth (Señor Naranja) acaba convirtiéndose en el verdadero héroe de la película, realizando una labor interpretativa sin parangón en su carrera, dotando a su personaje de una sangre fría que logra mantener la tensión de las escenas en la que aparece sin esfuerzo aparente.
La música de la película contiene temas de los años setenta
Junto a ellos tenemos a un Steve Buscemi (Señor Rosa) inolvidable, realmente profesional (nótese el comentario jocoso), quien trata de rebajar la carga dramática con su facilidad para la comedia.
Ni qué decir tiene que Michael Madsen es uno de los grandes alicientes del filme, dando vida al infame y desquiciado Señor Rubio.
Cierran el reparto los solventes Chris Penn (Eddie Cabot), Lawrence Tierney (Joe Cabot), Kirk Baltz (en el papel del desgraciado agente de policía Marvin Nash) y Randy Brooks (Holdaway). Mención especial a la sobria y fugaz interpretación del escritor de novela policíaca Edward Bunker como Señor Azul, y al propio Tarantino como señor Marrón (y el chiste obligado al parecido con cierta sustancia fecal).