A estas alturas de la película, Tarantino lo tiene bastante complicado para innovar y sorprender en una de sus películas. Desde que debutara con “Reservoir Dogs”, allá en un lejano 1992, el director estadounidense ha procurado siempre romper los moldes y convenciones que lo rodeaban, a la vez que homenajeaba muchas de sus inspiraciones y referentes cinemáticos a través de sus historias, a veces en forma de referencia histórica, a veces como apariciones y cameos estelares; rompiendo la cuarta pared o utilizando una estructura narrativa salteada que mantuviera en vilo al espectador en todo momento.
Con “Érase una vez en… Hollywood”, Tarantino utiliza todo lo aprendido hasta el momento para acercarnos a una de las épocas doradas de la industria del Cine: el final de los años 60. 1969, para ser exactos, es en el año en que transcurren los acontecimientos narrados en el film. Sirviéndose de lugares y personajes reales, sin hacer destripes sobre su trama, el cineasta crea una bella ficción (muy pero que muy adulterada) de los sucesos reales acontecidos en la mansión Tate, donde seguidores de Charles Manson acabaron con la vida de Sharon Tate (Margot Robbie), actriz casada con el director de origen polaco Roman Polanski (autor de películas como “La semilla del Diablo” (1968) o la excelente “Chinatown” de 1974) y otros cuatro amigos íntimos.
En la película aparecen personajes históricos como Charles Manson o Sharon Tate
Decimos “bella ficción” porque la principal intención del director es la de, usando recursos estilísticos y clichés propios de la industria de la época, reescribir, de forma un tanto romántica el desenlace de la historia, tal y como hizo en el pasado en películas como “Malditos Bastardos” (2009).
Cierto es que el ritmo de la película, sobre todo en la primera mitad, durante la exposición de los eventos y la presentación de los personajes principales (amén de una mirada de actores invitados, algunos de ellos auténticas joyas como Al Pacino, Kurt Rusell, Zoë Bell, Michael Madsen o el recientemente desaparecido Luke Perry) puede resentirse un tanto de ser bastante parsimoniosa y algo flemática.
Sin embargo, cuando la rueda de los acontecimientos empieza a arrollar a todas las partes involucradas la película recupera fuerza para acabar en un punto álgido de inesperada (aunque predecible) violencia y crudeza, que es probable no deje a nadie indiferente, para bien o para mal.
La película dura unas dos horas y media, aproximadamente
¿Qué decir de las interpretaciones de los protagonistas? Leonardo DiCaprio y Brad Pitt parece que se conocieran de toda la vida, como lo hacen sus contrapartidas en el film. Interpretando al actor de western venido a menos, Rick Dalton, y a su fiel doble de escenas peligrosas, Cliff Booth, respectivamente, los dos tratan de sobrepasarse el uno al otro en cada escena, de forma amistosa y respetuosa, como si de una “buddy movie” se tratara.
Margot Robbie trabaja de forma espléndida, aunque se echa en falta que, por el papel que interpreta, no haya podido sacar a relucir todo su potencial y talento que tiene como actriz de método. También se hubiera agradecido más tiempo de filmación para Kurt Rusell, Al Pacino, Bruce Dern, Scoot McNairy, Margaret Qualley, Mike Moh, Emile Hirsch, Timothy Olyphant, Dakota Fanning o Damian Lewis (y eso que no es una película corta, precisamente), pero entendemos que por exigencias del guión no era posible.