Horkheimer advertía, hace prácticamente un siglo, que la razón humana estaba derivando hacia lo que denominaba razón instrumental. Esta forma de pensar se hace en los términos coste, beneficio, rentabilidad, utilidad. Es una razón que sólo entiende de forma economizada el mundo, la realidad. Y deja a un lado las preguntas verdaderamente importantes para el desarrollo de la vida.
La razón debe buscar preguntas no ofrecer respuestas. Platón decía con mucho tino: "La filosofía es el arte de la pregunta". Paralelamente uno sólo puede cuestionarse por aquello que conoce.
La educación se está instrumentalizando
Esta deriva de la razón aplicada al sistema educativo da como resultado lo que hoy se puede percibir cuando se imparte magisterio en alguna academia o escuela. El alumnado cuestiona la utilidad de los conocimientos y la aplicabilidad de los mismos. Nada que no tenga una utilidad instantánea y empírica parece tener valor.
Cuando lo cierto es que el conocimiento es por sí mismo un útil. Es auto constituyente y progresivo. Para llegar a dominar la técnica, la que sea, es imprescindible la acumulación progresiva y constante de saberes. La división, atomización, del conjunto de conocimientos a los que los humanos hemos ido llegando con mucho esfuerzo y dedicación produce instrumentos, hombres herramienta.
La solución: la transdisciplinariedad
El conocimiento atomizado aburre. Genera fobias y filias en las diferentes disciplinas. Sin embargo con un sistema transdisciplinar se podría conseguir que el alumnado sintiese pasión por el aprendizaje. Esto se entiende mejor con un ejemplo: Principio de Arquímedes, en el modelo actual esto formaría parte del acerbo de las ciencias.
Sin embargo, haciendo una adecuada contextualización y explicando los motivos que llevaron a este genio a postular sus tesis la enseñanza sería mucho más dinámica.
Hierón II, Rey de Siracusa, pidió a Arquímedes que determinase si su corona estaba hecha de oro o si habían añadido otros materiales menos nobles. En aquel tiempo no había forma de saber esto sin fundir la joya, lo cual era impensable, de modo que un día mientras daba vueltas al asunto se dio un baño y descubrió que al introducirse en la bañera el nivel del agua subía.
Y que al salir bajaba. De ese modo halló respuesta al enigma planteado, a través de ensayo y error descubrió la densidad del oro y calculó la cantidad de agua que debía desalojar la corona si tan sólo contenía ese material.
Arquímedes fue amigo personal de Eratóstenes de Cirene, conocido matemático, con el cual desarrolló un método para el cálculo de superficies irregulares. De modo que sus conocimientos en matemáticas, astronomía, geometría contribuyeron de forma inequívoca a su famoso principio. Sin todos estos saberes heterogéneos, aquel baño no habría dado lugar al su principio de hidrostática. Si en Alejandría no hubiese estado la biblioteca más completa del momento, Arquímedes no habría conocido a Eratóstenes y la historia sería diferente. Hay que tener una mirada holista, todo está interrelacionado.