El Gobierno de Pedro Sánchez garantizó la semana pasada a 9,5 millones de pensionistas, el cobro de una paga extraordinaria de €101,24 correspondientes a la subida del 1,6% aprobada en los Presupuestos Generales del Estado para 2018.

Algo visto como un pequeño alivio en un panorama para nada halagüeño que, a día de hoy, no garantiza el cobro de la pensión de jubilación dado el desfase existente en la Seguridad Social entre personas que cotizan, desempleadas y aquellas que cobran prestaciones sociales.

No sólo el de nuestros mayores, tampoco está nada claro que sus hijos, personas con 30 o 40 años, vayan a tener asegurada sus pensión cuando llegue el momento del retiro. Urgen, por tanto, soluciones más allá de las que provengan de los organismos públicos. Aquí es donde hacen acto de presencia las rentas vitalicias que ofertan empresas especializadas en tercera edad como Vittalias.

¿Qué es una renta vitalicia?

Las personas retiradas en España apenas llegan a final de mes con lo que cobran a través de su pensión. Según la Seguridad Social, la retribución media del pensionista español no supera los € 1.100.

En comunidades como Extremadura o Galicia, no llegan a los 900€. Ante tal tesitura, el movimiento de alerta impulsado hace meses por colectivos y asociaciones viene reclamando, entre otras exigencias, que las prestaciones no hayan subido de acuerdo a lo que lo ha hecho el nivel de vida en nuestro país. ¿Cómo sobrevivir entonces? Pues buscando alternativas económicas diferentes ante la escasa credibilidad de las autoridades.

Es por ello que muchas personas mayores optan por nuevos formatos, como hipotecas inversas o rentas vitalicias a través de empresas del sector geriátrico como Vittalias. Estas últimas en concreto, son el producto estrella. De acuerdo a las previsiones de analistas de Vittalias, para 2020 en España se firmarán 17.000 rentas de este tipo, con ventajas fiscales especiales y la seguridad legal de la firma ante notario.

La renta vitalicia, básicamente, consiste en vender tu vivienda, principal o 2ª residencia si el usuario la tiene, a cambio de recibir una mensualidad de por vida, la llamada doble pensión. Además, el cliente decide si sigue viviendo en la casa o la abandona tras la venta para irse a una residencia o a un alquiler más barato. Es una opción a la que pueden optar ancianos y ancianas a partir de los 65 años y que comienza a ser una constante entre este sector de la sociedad para mejorar su calidad de vida en la parte de final de sus vidas.

Perfil medio: personas de 75 años sin hijos

Tomar una decisión de este tipo puede ser un asunto familiar. Si el firmante tienen hijos, el conflicto puede surgir por el hecho de vender ese patrimonio inmobiliario, en lugar de cederlo en herencia; a pesar de que se haya pensando únicamente en gozar de una digna calidad de vida una vez ya no se tengan ingresos regulares provenientes de la ocupación laboral.

El perfil medio de quien firma una renta vitalicia, según los expertos de Vittalias, es una persona viuda, de 75 años de edad y sin hijos. El fin de hacerlo es poder asegurarse el pago de una residencia hasta el día de su fallecimiento, o si se ven con fuerzas, alquilarse un piso más pequeño y apañado en zonas más céntricas de las ciudades donde vivan.

Dudas sobre el proceso de una renta vitalicia

En estas operaciones financieras, a priori complejas, las dudas son más que comprensibles entre mayores y familiares. ¿Será fiable?, ¿Estoy asegurado? Firmada y sellada ante notario, este producto financiero de ahorro e inversión se agarra a una cláusula resolutiva. Esta resolución indica que dice que, si el inversor que compra la vivienda falla en el abono de hasta 3 mensualidades, ya sean consecutivas o alternas, el contrato se rompe.

De esta manera el usufructo pasa de nuevo a manos de la persona mayor, sin tener que devolver ningún dinero recibido hasta el momento.

Parece que con la última medida del Gobierno socialistas las aguas se han calmado, pero el grave problema sigue ahí: una balanza social de gasto e ingresos desigual. Algo que nos afectará a todos, tarde o temprano. No estaría mal, por tanto, comenzar a pensar en alternativas para nuestros ahorros.