El procés catalán, en el tiempo que lleva a pleno rendimiento, ya ha creado varios símbolos a los que sus simpatizantes se aferran como si fuesen la llave del asunto. Primero, la bufanda amarilla que el ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont, convirtió en elemento conciliador entre los suyos ante la supuesta injusticia del Estado español. Tras los sucesos del 1-O, que acabaron con el encarcelamiento de varios ex consellers y activistas independentistas, y que actualmente mantienen en prisión preventiva a personajes como Jordi Cuixart, Jordi Turull o Raül Romeva, el lazo amarillo se erigió en el auténtico estandarte del movimiento.

Ahora, llegado el verano, aterrizan las xancles lliures, las chancletas que pretenden inundar las playas de Cataluña para mantener viva una reivindicación que, como todas la que mueven movimientos mitad social mitad políticos, también piensa en el apartado económico con la misma vehemencia que en el sentimental.

La 'xancles lliures', parte del negocio del procés

Desde hace apenas dos días ya está disponible la web donde cualquier usuario puede adquirir a casi 20€ las xancles lliures del procés. Sin duda, un producto tentador para una parte de la sociedad catalana literalmente absorbida por un asunto capital en sus vidas. Luchar contra la "opresión del Estado español" es una propaganda que, bien dirigida, está consiguiendo un sinfín de adeptos a la causa.

Pues bien, hay gente, empresarios, que impulsados por su ideología afín al independentismo catalán o simplemente por su visión emprendedora, hacen negocio a costa de un procés en estos momentos en stand by.

Es de suponer que las xancles lliures harán las delicias de los más militantes. Con la estelada cubriendo en su totalidad el calzado, y el famoso lazo amarillo a modo de cordonera, parece ser el producto perfecto para seguir lanzando al cielo el grito reivindicativo que monopolizan los separatistas desde que Carles Puigdemont recogiese el testigo de Artur Mas.

Una acción astuta puramente empresarial, que ha sabido ver la posibilidad de negocio en un periodo estival donde difícil llevar bufandas, y donde el lazo amarillo, en multitud de balcones de toda Cataluña, comenzaba a pedir "ayuda" en su propósito.

El pasado incidente en las playas de Mataró, cuando la Policía Local y los Mossos impidieron el domingo 27 de mayo la colocación de más cruces amarillas como nueva acción reivindicativa en apoyo a los políticos presos en la cárcel de Soto del Real.

Pues bien, parece que ahora sí podrán los partidarios de la República catalana prolongar su protesta en las playas autóctonas con una prenda ligera y llamativa.

Negocio polémico

También en sus primeros días de vida también en las redes sociales, no han faltado ya los comentarios contrarios a la tipología (e ideología, claro está) de la propuesta del empresario anónimo. Por ahora, sólo en Facebook.

Ya no sólo entre separatistas y no nacionalistas, sino entre propios catalanes preocupados por un contexto en el que parece que cada vez importa menos la cuestión ideológica, y cada vez más la banal, la empresarial. Banal, en lo referente a negocios personales, porque la vía empresarial ha sido la que ha sustentado el procés desde que esbozara su hoja de ruta desde hace 6 años.

Despegar la polémica de cualquier movimiento en torno al conflicto catalán resulta complicado. Más cuando, insistimos, se intenta sacar provecho económico de ello. Pero es algo que a buen seguro su impulsor tendría asumido. Negocios que cuestionan el código ético de las personas expuestas a los mismos, son focos de tensión asegurada. Pasó hace pocas semanas con otro negocio, que aunque nada tiene que ver con las xancles lliures, sí que levantó ampollas. Hablamos de Planes B, la primera empresa de España que suministra coartadas (documentos, registros online, llamadas, billetes de transporte, etc) a personas que quieren esconder algo de su vida. Efectivamente, la mayoría, infidelidades. Varias bloggers ya dieron su punto de vista sobre el tema.

Sea como fuere, en las próximas semanas serán los visitantes a las playas de Cataluña, nativos o turistas, los que determinen si las chancletas "indepes" se han convertido en tendencia y nuevo símbolo del separatismo, o si por el contrario tan sólo han sido un nuevo intento de "sacarle rendimiento" a un asunto tan grave como difícil de apaciguar.