Existen personas que son pesimistas y muchas veces sin darse cuenta tienden a la paranoia e, incluso, sufren episodios de ansiedad por esta actitud. Es muy frecuente que quien lo sufre demuestra una preocupación excesiva por lo que puede ocurrir y en algunos casos hasta piensa que se va a morir. Sin embargo, con fuerza y determinación se puede afrontar este problema psicológico con éxito.
El pesimista se fija en lo peor de la vida
Aunque es importante mirar las noticias, algunas personas se enfocan solo en las malas. Por ejemplo, solo leen noticias de crímenes en la ciudad donde viven y piensan tanto en ello que con el tiempo se vuelven pesimistas.
Otros les encanta leer los fracasos de su gobierno y llegan a un punto que cuando salen a la calle todo les parece que no funciona.
Para dejar de ser pesimista hay que reconocer que las cosas las vemos como la queremos ver. Muchas veces todo no está tan mal y las probabilidades de que ocurra algo malo siempre son mínimas. El pesimismo ciega a las personas y les hace pensar que a cada instante puede ocurrir una desgracia, que un país va a lanzar un cohete nuclear o que va a dejar de llover y no habrá más comida.
En algunas personas la falta de autoestima, depresión prolongada o hasta insuficiencia de vitaminas puede provocarles algunos problemas en el cerebro. La paranoia aunque es algo más complejo que el pesimismo puede venir como consecuencia de ser demasiado negativo.
La persona pesimista ve en cada situación la peor de la de las probabilidades, y siempre piensa que todo saldrá mal.
Los pesimistas son negativos
El cerebro tiene una particularidad, de tanto pensar en algo puede asociar situaciones en las que parece que ocurre lo que se piensa. Por ejemplo, las personas que todo el tiempo piensan que pueden padecer cáncer pueden crear sentimientos tan negativos que es posible que una profunda tristeza les ocasione algún tipo de problema a nivel celular.
El positivismo es lo contrario al pesimismo o negativismo, ya que la persona positiva siempre se fija en lo bueno de los demás, a todo lo correcto le dice que sí y por lo general no es egoísta. Si se enferma siempre cree que se va a curar y no se angustia mucho por los desaciertos de los políticos porque sabe que la vida igual pasará y hay que aprovechar cada momento y cada circunstancia. Por lo general, la persona positiva no se molesta sino que acepta las diferentes opiniones aunque no sean igual a las de él y entiende que la variedad de la vida es lo que la hace interesante.