El día de hoy, a las 10 de la mañana, dará comienzo al diálogo convocado por la conferencia episcopal de Nicaragua. Un diálogo ciertamente polémico, el cual, de una u otra manera ha comenzado a generar divisiones en los pensamientos de los nicaragüenses, dividiéndose en quienes están a favor del mismo o los que están en contra. Además, aquellos que están a favor del diálogo también presentan diversos pensares referentes a cuáles temas se deben de tratar y cuáles presentan una menor preponderancia en el interés nacional.
Pongámonos en contexto
El día viernes 11 de mayo, la conferencia episcopal de Nicaragua exigió al gobierno de Daniel Ortega una serie de requerimientos básicos para el inicio democrático del diálogo.
Estos primeros requerimientos eran:
- El ingreso de la Comisión Interamericana de Derechos Humamos (CIDH) para investigar y aclarar las muertes y desapariciones.
- Suprimir cuerpos paramilitares y fuerzas de choque.
- Detener de manera inmediata todo tipo de represión ante manifestantes.
- Dar signos creíbles de Diálogo y respetar la dignidad y libertad de las personas, especialmente empleados públicos, no obligándoles a asistir a eventos partidarios.
Minutos después de la presentación de estas exigencias por los medios de comunicación, la vicepresidente y primera dama de Nicaragua, Rosario Murillo, declaró ante los medios oficialistas que aceptaban uno y cada uno de los puntos presentados por la conferencia episcopal.
El problema se da cuando, al terminar de hablar Rosario Murillo, las fuerzas de choque y los grupos paramilitares comienzan a atacar a varios sectores en los que se presentaban manifestaciones en contra del régimen orteguista. Entre los lugares que se vieron fuertemente asediados estaban el departamento de Masaya y la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).
Estos enfrentamientos dejaron al menos a tres fallecidos y a decenas de heridos.
Luego de estos sucesos y al pasar varios días de saqueos, enfrentamientos y tranques, el día 14 de Mayo, el Gobierno de Nicaragua envía una invitación a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que haga un análisis sobre la situación que se vive en el país con referencia al incumplimiento de derechos humanos.
De esta manera, vemos casi cumplido el primero de los cuatro requerimientos solicitados por la iglesia católica. Sin embargo, desde el día en que el gobierno “aceptó” las exigencias de la conferencia episcopal, hasta el día de ayer, se han seguido presentado represiones ante los manifestantes y los medios de comunicación no oficialistas, no se han suprimido los cuerpos paramilitares ni las fuerzas de choque, y, al aumentar a 70 la cifra de muertos y a más de 500 la cifra de heridos, muy difícilmente se están mostrando signos creíbles de diálogo.
¿Los Ortega-Murillo están dispuestos a ceder?
Hace unos días, el rector de la Universidad Americana (UAM), Ernesto Medina, fue vetado del diálogo nacional por parte del gobierno.
Ernesto Medina es considerado por la población y por el movimiento de universitarios, como un fiel representante de los ciudadanos, y uno de los personajes que se consideran esenciales para una representación justa y democrática de todas las partes involucradas. El mismo Ernesto Medina relata cómo el régimen orteguista amenazó con suspender el diálogo nacional si este no se retiraba de la mesa de diálogo. Un caso similar sucedió con la representante del movimiento campesino y la líder “anticanal”, Francisca Ramírez, la cual el gobierno excluyó de la mesa de diálogo de manera tajante. La señora Francisca Ramírez, al igual que Ernesto Medina, es considerada como un digno representante del pueblo nicaragüense.
Sin embargo, el gobierno ha admitido al presidente del consejo nacional de universidades (CNU), Telémaco Talavera, el cual es considerado por una parte de la población, como un personaje polémico que demuestra afiliación al gobierno y no a la población nicaragüense.
Eso nos hace cuestionar la fiabilidad y transparencia con la cual el régimen orteguista pretende instaurar el diálogo, puesto que en estas acciones se puede observar la poca capacidad de escucha que tiene el gobierno para con el pueblo de Nicaragua, dejando de lado a los representantes que la ciudadanía siente son los más idóneos para una correcta representación. Además, con los cuerpos paramilitares y las fuerzas de choque aún distribuidas en diversas zonas del país, esto sólo señala que sí, el gobierno está dispuesto a ceder, pero a ceder en lo que sí le convenga para mantenerse en el poder.
¿Se debe dar el diálogo en estos momentos?
Definitivamente no. Aunque apoyo la realización del mismo como medio democrático de paz, considero que en la situación sociopolítica que se encuentra el país es imposible sentarse a dialogar. Comenzando porque ni siquiera se ha cumplido una sola exigencia publicada por la conferencia episcopal (Si bien es cierto el gobierno ya ha invitado al CIDH para que ingrese al país a realizar las investigaciones, este no ha ingresado de manera oficial a Nicaragua ni han comenzado dichas investigaciones), además, la transparencia en la mesa de diálogo está puesta en duda. Tanto, que los medios de comunicación están exigiendo que exista acceso a la información y libertad de prensa, y que esta no se limite a canales oficialistas.
También vuelvo a recalcar que las turbas orteguistas y los policías antimotines continúan reprimiendo y violentando a la población que se manifiesta de manera pacífica, sumando hasta el día de hoy 70 muertos y más de 500 heridos.
Por los motivos antes mencionados es que considero que no se debe de entablar el diálogo en estos momentos. Sin embargo, la iglesia católica, la empresa privada y el movimiento estudiantil ya han aceptado correr el riesgo del diálogo para el día de hoy. Sólo espero, como joven nicaragüense que soy, que estos acuerdos logren traer a mi patria la tan anhelada justicia y la paz que se comienza a añorar, que brinden consuelo a los corazones que se han roto por la sangre derramada y que la esperanza nos abrace a todos, sabiendo que la democracia ha sido restaurada.