Rebeca Cedeño tenía 25 años de casada con Rafael Escalona. Los primeros años de matrimonio marcharon bien, tuvieron 2 hijas, él tenía un buen puesto en una empresa de servicios, vivían en el este de Barquisimeto, (Centro Occidente de Venezuela).

En una época de inestabilidad económica los problemas comenzaron a aparecer. Su esposo había perdido el empleo, y por ende la situación en casa fue tornándose delicada. Ya no tenían las mismas comodidades. Él comenzó a tomar licor cada fin de semana. Una madrugada, Rafa (como ella lo llama), por el hecho de no encontrar comida preparada se molestó y dio una cachetada a Rebeca.

Desde ese entonces Rebeca ya no sería la misma persona alegre. El miedo se había apoderado de ella, pero no quería contar a nadie su zozobra.

Dos meses después, se repitió el maltrato, la tomó por el cuello y la golpeó hasta hacerla sangrar. Fue la gota que rebasó el vaso.

Pasaron los días y Rebeca acudió en secreto a un especialista quien le recomendó acudir a instancias legales. Ella lo pensó mucho, sin embargo tomó la decisión y actuó: ‘’sentí mucho nervio de que regresara a hacerme daño’’, dice Rebeca.

Historias como la de Rebeca abundan en Venezuela, sin embargo, el silencio hace que las cifras sean imprecisas.

Miedo contraproducente

El miedo es por naturaleza, una emoción básica, un instinto de supervivencia que nos alerta de posibles amenazas, nos hace reaccionar, defender, o huir de situaciones adversas para preservar nuestra vida.

Pero también puede llegar a ser contraproducente.

En el caso de la mujer maltratada, estas experimentan fases traumáticas que afectan su desenvolvimiento psicosocial causando la pérdida de seguridad en sí misma, desconfianza y baja autoestima.

Estos casos de maltratos suelen ir de ‘’leves’’ discusiones a golpes, hasta el asesinato, de no llegar a frenar a tiempo la situación.

Cuando la mujer retraída en su angustia calla las agresiones el problema toma dimensiones desastrosas. Los diversos factores que influyen a que la víctima no busque ayuda comúnmente son la protección a la familia, el sustento económico generado por el hombre y la vergüenza.

Y es así porque estas conductas agresivas contra la mujer devienen de la inequidad histórica entre el hombre y la mujer como producto de una cultura patriarcal, donde el hombre es la figura dominante: productor, obrero, empresario.

Por tanto, este fenómeno tiene implicaciones de tipo educativo-cultural. En la mayoría de los casos estos delitos son cometidos por parejas, ex parejas, cónyuges, ex cónyuges, familiares y demás personas cercana a la mujer.

A pesar de que existen muchas campañas a nivel mundial para emancipar a la mujer, a diario vemos en la prensa cómo aumentan las tasas de femicidios en Latinoamérica. Y es que a pesar de los esfuerzos en el ámbito jurídico, el problema persiste en la sociedad por el factor personal del miedo, favoreciendo la impunidad.

El rol del Estado

El Estado debe procurar leyes que protejan los derechos de la mujer, pero quien en primera instancia debe dar el primer paso para superar la situación es la víctima.

Con ayuda profesional y con el apoyo del entorno familiar.

Muchas Mujeres logran armarse de valentía y superar la situación, mientras que otras, -lamentablemente-, por temor, siguen siendo agredidas.

La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de Venezuela en su extensión plantea 21 tipos de delitos que son penalizados como violencia a la mujer. Estos daños están tipificados en sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, laboral, económico o patrimonial.

Cifras alarmantes

Según ONU Mujeres, la violencia de género es el abuso más generalizado de los derechos humanos. En Latinoamérica y el Caribe es un fenómeno que tristemente viene haciendo historia.

Cada año son asesinadas 60.000 mujeres.

Hoy día, esta región representa el mayor número de Violencia de género en el mundo. Encabezando 14 puestos, de los 25 a nivel mundial.

En la sociedad venezolana el femicidio aparece como un nuevo problema social. Según datos recaudados por equipo editorial de Cotejo.inf en Venezuela se registraron 119 homicidios a mujeres en el 2016 y 419 en 2017.