El ser humano suele estar inconforme con todo lo que concierne a su vida. Desde su apariencia, hasta sus actitudes y aptitudes, no hay nada en este mundo que elimine en las personas ese sentimiento de inconformidad. Cada uno está siempre en la búsqueda de nuevas metas y mejoras ya sean físicas o materiales, lo que muchas veces puede ocasionar daños en sí mismos.

Al vernos en el espejo, observamos lo que para nosotros pueden ser desperfectos como por ejemplo deseamos tener el cabello liso cuando lo tenemos rizado, o rizado si lo tenemos liso. Si somos gordos queremos ser delgados y si somos delgados queremos engordar.

A veces no nos sentimos a gusto con nuestro color de piel, de ojos, de cabellos o simplemente nuestras facciones.

Esto va a depender del tipo de persona y cómo encara su vida, incluso de las situaciones que afronte. Si no equilibramos la balanza podemos incurrir en errores que no tendrán solución, el descontento con nosotros mismos o el exceso de Vanidad puede hacernos que nos equivoquemos en las decisiones. Algo parecido fue lo que sucedió con Celso Santebañes.

¿Vanidad o inconformidad?

Celso Santebanes o Borges Pereira fue un joven brasileño con una vida ordinaria y normal como los demás. Con rasgos físicos algo agraciados, tanto así que su familia decía que se parecía al muñeco de Mattel, Ken el novio de Barbie.

Al escuchar esto cada día su ego aumentaba sin parar, hasta que decidió que necesitaba ser aún más atractivo.

Su vanidad lo llevó a realizar múltiples tratamientos de estética desde los 16 años para lograr su cometido y ser un tanto más apuesto para las chicas y el público en general. Se operó la barbilla, los pómulos e implantó cartílago en su nariz, se inyectó silicona en los pectorales y otras partes de su cuerpo.

Llegó a gastar más de 35.000 euros en operaciones de cirugía estética.

Sin darse cuenta del error que cometía fue convirtiendo su apariencia en un estilo de vida, tanto así que cobraba 12.000 euros por aparecer en TV y había lanzado su propia línea de muñecos. Aquí podemos notar que la obsesión por la apariencia no tenía límites para él.

Vivía para los demás y para mostrar cómo lucía. Su apariencia le daba para vivir cómodamente, por lo que debía esforzarse en cultivarla cada día.

Cuando pensaba que todo estaba controlado y que tenía lo que quería, le detectaron una enfermedad grave. Los médicos le diagnosticaron cáncer, aunque él acudió al hospital a tratarse una infección causada por los implantes de hidrogel que se inyectó en sus piernas, resultó al final ser una enfermedad mortal.

En cinco meses todo el trabajo que había hecho en su cuerpo para mejorarlo estaba perdido. Su cabello se cayó, las encías sangraban, puntos negros en su piel por el tratamiento comenzaron a salir y para mayor de sus males, debía andar en silla de ruedas porque había perdido peso y fuerza, hasta que llego el fin del sufrimiento y murió.

La vida nos muestra a través de Celso que debemos valorar y aceptar lo que somos, como vinimos al mundo y sacar el descontento que nos hace sentir incómodos con nosotros mismos. Ve lo bello en ti no lo feo, no veas tu exterior observa tu interior. Si tomas en cuenta esto serás feliz.