Ideas con futuro a largo plazo

Emprender por cuenta propia y realizar una inversión, pequeña o grande, dependiendo del tipo de negocio, que puede salir bien o no implica una capacidad para asumir riesgos que una persona que busca un trabajo estable y seguro por cuenta de otro no se plantea.

El emprendedor tiene que tomar decisiones que impliquen cierto riesgo, y saber asumir la responsabilidad de lo que pueda pasar, como por ejemplo quedarse sin ahorros.

La capacidad para asumir riesgos como las ganancias económicas, el sacrificio o la dedicación, han sido características atribuidas al ejercicio de la actividad empresarial, y por lo tanto a también a los emprendedores.

Emprender es asumir riesgos, y asumir riesgos quiere decir que se puede perder. Lo importante no es caer, sino que aprender que las caídas marcan el camino hacia el éxito. Por lo tanto, se trata de una actitud de las personas hacia la actividad empresarial o sus actitudes emprendedoras.

Actitud y espíritu empresarial

Las actitudes se manifiestan en las opiniones hacia a determinadas situaciones o temas y definen la forma de actuar de una persona (por ejemplo: capacidad de asumir riesgos, innovar...), mientras que los valores forman parte de las convicciones y de las creencias de las personas, por ejemplo: honestidad, responsabilidad...

El espíritu empresarial es una actitud en la cual se refleja la motivación y la capacidad de las personas a la hora de identificar, perseguir y explotar una oportunidad de negocio para obtener algún producto/servicio, que a su vez proporciona un valor añadido en relación con los productos/servicios existentes.

Obviamente, la actitud emprendedora o el espíritu empresarial son importantes al plantear una iniciativa empresarial pero no es suficiente por sí mismo.

Las iniciativas empresariales suelen desarrollarse desde dentro mismo de las empresas ya establecidas, y se plantean cumplir, entre otros, los propósitos siguientes: conseguir el crecimiento de la empresa, diversificar riesgos, responder a los cambios del entorno, aplicar tecnologías todavía no evaluadas o generar innovación.

Por lo tanto, hace falta que en el proceso emprendedor se valoren los siguientes elementos:

  • Hay que evaluar la idea inicial para valorar si verdaderamente se trata de una oportunidad de negocio.
  • Hay que identificar aquellos recursos de apoyo, económicos y humanos fundamentalmente, que serán necesarios para la puesta en marcha del proyecto empresarial.
  • La presencia de características como la creatividad, los conocimientos, las habilidades y las actitudes que demuestre la persona emprendedora o el equipo fundador será determinantes en los resultados del proyecto empresarial.