En la Plaza del Callao de Madrid, en la mañana del domingo 28 de enero, un grupo de jóvenes con máscaras de V de Vendeta, llamaban la atención de los transeúntes. Hombro con hombro, en lo que podría parecer un cubo humano, con carteles donde se leía VERDAD y dispositivos electrónicos que pasaban imágenes reales (sin filtro) sobre los procesos que viven -sería mejor decir sufren- los animales para convertirse en los productos que cotidianamente usan la mayoría de las personas en el mundo.
La gente de paso reaccionaba de maneras muy distintas. Algunos miraban de lejos, otros se acercaban por mera curiosidad, pocos compartían el sentir allí expuesto:
-Ahí están los animalistas otra vez…
-Hostias, tío, qué fuerte…
-Yo no puedo ver eso… qué va… me aflige…
-Cada quien come lo que quiera…
-Los animalistas estúpidos estos…
-Oye, ¿eso se lo hacen a los animales?
-No, eso no es aquí en España, tío, que no hacemos eso aquí…
-Eso está muy bien, pero yo me sigo comiendo mi filete…
-Si yo respeto a todo el mundo, pues que me respeten a mí.
-Si los matas de un tiro no sienten nada, que no… que es una muerte piadosa…
-Ah, las tonterías estas de nuevo, que uno come carne porque es necesario…
-Yo mejor no miro eso, que luego…
-Por mí yo lo haría, pero vivo con mis padres…
-Vámonos, tío, deja eso…
-¿Y estos de dónde han salido?
-¿De qué va esto, por los derechos de la mujer?
-¿Cómo se llamaba la peli esa?
-Yo quiero, tío, pero me cuesta encontrar comida que no venga de animales…
-Mira eso… tú… qué mamarrachos…
-No tengo tiempo para estas sandeces…
-Yo por comer me como lo que sea…
-Pues yo no podría dejar de comer carne, qué va…
-Pero si en Tailandia comen hasta perros…
-¿Crueldad animal?
¿En serio? Y siguen abortando… no me jodas…
-Si yo soy vegetariano…
-Sigan así, que las mujeres dominan el mundo… ah, no va de eso…
-Es que las mascaritas esas me dan cosilla…
-Yo sí que estoy a favor del respeto animal… si es que yo detesto las corridas de toros… y bueno, que no tienen que sufrir… te lo digo yo, que soy carnicero…
-Oye, pues muy bien… ustedes sigan ahí…
-Y con el frío que hace… qué ganas de perder el tiempo…
-Lo que tienen que hacer es poner leyes contra eso… y que no sufran…
-Yo podría, pero una sola golondrina…
(Todos estos comentarios son reales: Yo estuve allí)
AV: Madrid
Esta mañana eran solo quince los involucrados en la acción.
Los jóvenes del cubo de rato en rato levantaban las manos para hacer notar la presencia de algún niño solo o para turnarse luego de mucho rato sujetando los carteles y pantallas a pesar del frío. Los de fuera respondían preguntas a los interesados, explicaban las imágenes, hablaban sobre Anonymus for the Voiceless.
Por si no los conoces, Anonymos for the Voiceless es una organización de derecho animal especializada en activismo para, como dice literalmente, dar voz a aquellos que no tienen.
Surgió en abril de 2016 y tiene grupos en todo el mundo, con predominio en Europa y Norteamérica. Este grupo madrileño, además del cubo de la verdad, participa en vigilias organizadas por Savemovement, va a los mataderos, interviene los camiones que se dirigen a estos para atestiguar la cruda realidad que impone la industria alimenticia a los animales, y aliviar en lo que se pueda su situación. Lo puedes encontrar en Facebook (AV: Madrid). Así sabrás de primera mano sus actividades.
¿La verdad abre o cierra la jaula de tu consciencia?
Luego de tres horas de exposición de hechos terribles, esos que no se ven, que no son publicados porque causarían horror en todos aquellos con sensibilidad, los jóvenes se quitaron las máscaras, guardaron sus equipos y se reunieron a comentar la jornada.
Solo cuarenta personas de los millares que presenciaron la intervención se mostraron interesados en serio hacia un cambio de estilo de vida o, por lo menos, un cambio de actitud hacia los animales.
Saber la verdad nos hace libres, asegura el dicho, pero el conocimiento sin uso práctico no lleva a ninguna parte. Hacer ojo y oído nulo a los hechos que contraían nuestras costumbres, por mantenerlas, habla muy mal de la tan vanagloriada humanidad que supuestamente nos caracteriza.
No te estoy atacando, querido prójimo, repito que esa no es mi intención. Solo te comparto un atisbo de verdad para que, al menos, no haya la justificación de la ignorancia…