¿Qué tan real es el mundo en el que vivimos? Nacemos y somos educados para procurarnos un futuro, cuando estamos preparados trabajamos en eso que deseábamos y veíamos “entretenido”, pero ¿Ciertamente buscamos un futuro o solo estamos alimentando a un sistema que solo se interesa por el capital y no por la ciudadanía?

Este no es el camino...

Cada día, desfallezco y me lanzo a la cama, cansado, y cuando vuelvo a abrir los ojos, lo vuelvo a ver, de nuevo, sometido por el mismo sistema, nada ha cambiado.

Enciendo la televisión, si es que vivo en una familia que se lo permita, pongo las noticias y encuentro lo de siempre: corrupción en aquellas personas que nos gobiernan, asesinatos producidos por el sistema patriarcal, indigencia, hambre…

Pero, vuelvo a apagar la televisión, esos problemas no me incumben, yo, soy parcialmente feliz en la situación en la que me encuentro.

No sufro de hambre, tengo un techo que me resguarda y, a mí no me van a asesinar, así que ¿Por qué temer?

Y así es, día a día, vivo la misma realidad, sin ningún atisbo de cambiar el mísero planeta en el que, sí, me lamento por todo aquello que veo y digo una y otra vez “Qué pena” y otras expresiones de tristeza, pero en ningún momento me intereso por buscar el cambio.

El cambio está en nosotros

Siempre hemos preferido reflejarnos en ese espejo que nos muestra un mundo de felicidad y, aunque en las noticias vemos aterradoras escenas, nosotros, preferimos pasar y olvidar el tema. Todos sabemos que no entrar en ese mundo es mucho más feliz, porque hasta el momento nosotros no hemos sido el foco de la frustración y desesperación del sistema, y sobre todo, de la sociedad, pero ¿y si un día nos hacemos vulnerables y somos nosotros los qué protagonizamos los informativos?

Entonces, querremos que aquellos que nos ven se comprometan y nos ayuden, que no callen y manifiesten su indignación sobre la situación, así que, dejemos de ser una mayoría silenciosa, manifestemos la moralidad que tanta falta hace en este mundo. No más Violencia de género, no más.

Esta sociedad patriarcal debe ser derrocada ya, antes que se hagan invulnerables gracias al tiempo y la tradicionalidad.

Ese espejo en el que nos reflejamos no debe ser nunca más reparado por el engaño, las grietas que yacen de su centro deben extenderse y partir esa visión tan falsa y a la vez frustrante.

Hoy, 25 de noviembre, debemos protagonizar el cambio, hoy debemos hacer que todas esas mujeres asesinadas por sus carceleros no hayan muerto en vano y caigan en el olvido.

Irrumpamos en el mundo tradicional que tanto somete a la mujer y desmantelemos ese consejo de las sombras que tanto se esfuerza por que todo siga tal como está. Destruyamos el arma de la que todo brota, los celos, y evitemos que esta corriente sentimental tóxica sea trasmitida a las próximas generaciones. Las malas epidemias deben ser contrarrestadas, así que, creemos ese antídoto y expandámoslo por el mundo.