Me van a permitir que estas líneas a diferencia de lo habitual, no sean en referencia a la política y sea a otra de mis grandes pasiones: el tenis. Y es que la ocasión lo merece. Rafa Nadal ha vuelto a ganar Roland Garros por décima vez, algo que nadie jamás había logrado. Además, lo ha vuelto a hacer sin ceder ni un solo set, recordándonos al mejor Rafa de 2008 y 2010.

Rafa ha vuelto a exhibir su autoridad en la pista central de París. Su víctima, en esta ocasión, ha sido Stan Wawrinka. El jugador helvético no había perdido nunca una final de Grand Slam.

El propio Rafa sufrió ante Wawrinka una dura derrota en la final de Australia en 2014. Pero eso fue la excepción que confirma la regla. Rafa es el mejor y el partido de hoy ha sido un auto homenaje de nuestro mejor deportista de la historia. No ha tenido compasión y ha arrasado a su contrincante como si estuviera jugando contra un niño de 10 años.

Los aficionados al tenis, pensábamos que ya habíamos visto todo en esas grandes e interminables finales frente a Roger Federer. Muchos creíamos que las lesiones habían terminado con Rafa e iba a ser incapaz de volver a ganar un Grand Slam. Lo vimos llorar de impotencia mientras se golpeaba sus maltrechas rodillas. Incluso, llegó a retirarse durante meses de la competición.

A pesar de eso, Rafa ha vuelto para permitir que sigamos soñando despiertos con otro espectáculo irrepetible. Ni todo el cariño, afecto, apoyo y reconocimiento de los españoles, será capaz de devolverle una décima parte de lo que Rafa nos ha regalado a lo largo de su carrera.

No sólo debemos estar orgullosos del Rafa deportista.

Su carisma, su naturalidad, su espíritu de sacrificio, su ambición, su fortaleza, su educación y su humildad, es algo que debe enorgullecer a todo español. Su emoción cuando suena el himno de nuestro gran país, su reloj con la bandera española y su amor por nuestra tierra, hace de Rafa, el mejor embajador que podemos tener los españoles en el mundo.

Un tipo natural, feliz y luchador, que lejos de dejarse llevar por la fama y el dinero, sigue con su novia de toda la vida, viviendo en el pueblo que lo vio crecer y arropado por su familia y su tío Toni, el mayor crítico de Rafa y gran culpable de los éxitos de su sobrino. Cómo será, que hasta los franceses no han tenido más remedio que abandonar los silbidos para levantarse y ovacionar a un genio dentro y fuera de la pista.

Gracias Rafa, gracias por hacernos disfrutar con tus éxitos.