El pensamiento positivo
Los mensajes de pensamiento positivo invaden nuestras vidas constantemente a través de los medios de comunicación; es fácil escuchar a deportistas, cantantes, actores decir frases del estilo: 'nunca dejes que nadie te diga quien eres o que no puedes hacerlo. Nadie puede definirte si tú no le das permiso. Toma el poder sobre tu vida y decide qué es lo que quieres'.
Todas estas frases son muy inspiradoras y generan impacto porque quien más quien menos se siente a veces débil e inseguro, con ganas de sentirse fuerte y poderoso.
Entonces empieza la lucha, la carrera; todos a correr y a ver quien es el más rápido, el más guapo, el más rico. Corres, corres y corres, pero cuando llegas, otro ha llegado antes y tienes que seguir corriendo. Corres, corres y corres, y después de mucho correr, te das cuenta de que ya no eres quien eras: antes eras joven, guapo y alegre y ahora eres viejo, feo y triste
El pensamiento positivo dice que todo es posible, pero lo que no dice es que no es posible para todos. ¿Qué pasa con los demás? Los demás viven con la frustración y la ira de no ser lo bastante guapo, lo bastante joven o lo bastante rico. Así la cultura del éxito convierte en culpable a quien no es capaz de lograrlo. Miramos a los vagabundos en al calle con desprecio; evitamos el contacto visual para no tener que darles nada, ni tan siquiera una mirada compasiva podemos darles porque no somos capaces de sentir compasión por ellos: son culpables de su situación.
Acoger refugiados y evitar al vecino
Después ves manifestaciones a favor de acoger refugiados, cuando no somos capaces ni de acoger la tristeza de nuestro vecino. Vivimos en una sociedad donde la apariencia es más importante que el fondo, donde el éxito es fugaz y pasajero, y los héroes de hoy pronto caen en el olvido. Y cuando el olvido llegue a las vidas de Cristiano Ronaldo, de Katy Perry o de Justin Bieber mirarán atrás y sólo les quedará hablar de los buenos tiempos pasados.
Entonces sólo entonces todas esas personas de éxito que son ejemplos hoy de superación, tendrán que enfrentarse a la realidad de que no son tan fuertes, tan invulnerables ni tan imparables como creían; toda su confianza y alegría no era auténtica sino que dependía de factores circunstanciales y de la admiración de otros.
Aquí es cuando la oportunidad del verdadero éxito llega; el momento en que por fin dejas de correr, te paras y te encuentras contigo mismo.
Te sientes débil y pequeño y las lágrimas brotan de tus ojos, pero una sensación de paz va creciendo en tu interior y al fin te sientes a ti mismo, desnudo, sin adornos, vacío de prejuicios y abierto al sentimiento; te aceptas tal y como eres y sientes una paz que inunda tu vida, una alegría sincera que requiere de nada más que de tu presencia.