En nuestro siempre curso por la vida, nos vamos encontrando con personas de todo tipo. Yo hoy quiero agradecer y honrar y brindar por todas esas personas especiales que vamos encontrando, las que jamás nos dejarán: son personas cuya voluntad es quedarse. Y quedarse... seamos como seamos; digamos lo que digamos. Tampoco son personas que toleran nuestras meteduras de pata silenciosamente; pero son personas que han venido para quedarse, que no quieren irse.

¿Cuenta usted con alguien así? ¡Seguro que sí! ¡Qué afortunado/a! Hermano, padre, novia, amigo... o incluso un compañero de trabajo. O el sacerdote. Se crean lazos que nadie puede romper y que ellos jamás romperán... ni usted tampoco. Benditas sean esas personas que, además, son las mejore porque son buenas: no piden nada a cambio; están ahí cuando truena y cuando hace sol (pero especialmente cuando truena, claro que sí). Puede incluso que no hablemos mucho; que esa persona esté en un lugar y nosotros en otro, por lo que no nos trataremos mucho; pero esa persona, repito, siempre está ahí y lo estará pase lo que pase.

Personas que no nos juzgan

No nos juzgan, no nos critican, nos aman, sacan lo mejor de nosotros y si citan algún error nuestro es sólo por nuestro bien. Nuestra vida, no hay duda, no sería lo que es sin ellos y si tardan en contestar, es sólo porque no podían. Pero lo harán. Contestarán. Y usted lo sabe.

Usted, sí, usted, también es esa persona especial. Así que mi más sincera enhorabuena también para usted. Es un nexo entre ambos; entre dos personas diferentes pero completamente idénticas: idénticas en lo más básico, idénticas en lo sustancial, en lo necesario. Repito: nadie ni nada podrá romper el vínculo que se va creando, es como el vínculo eterno de un padre con un hijo: la pareja ideal, el amigo ideal.

El compañero de trabajo ideal, o los compañeros de trabajo ideales. Su médico. Su psicoanalista. El mundo tal y como ellos lo ven es maravilloso. Han aprendido a ceder. Valoran. Y el mundo que tienen para usted es sencillamente. ¡Maravilloso!

Ya para terminar, apuntar que yo también creo que hay más bueno que malo en el mundo, cómo no; pero que el bien, desgraciadamente, no se publicita tanto. Tal vez tendemos a centrarnos demasiado en lo negativo, lo hablamos mucho, tal vez lo negativo vende más que lo positivo; pero no deseo incidir más en esto.

Enhorabuena a todas esas personas, entre las que, repito, se encuentra usted.