Una representación dominical en el Teatro Real de Madrid se suspendió "por primera vez". Así lo informó el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, quien asegura que "solo algunas personas no deseaban que la función se realizara". A las 21:10 horas, la ópera "Un ballo in maschera" (Un baile de máscaras) debió levantarse, producto del griterío de los espectadores de la parte alta del coliseo, sector conocido como paraíso o "el gallinero".

Los espectadores de esta área se quejaban de la falta de distanciamiento y conforme avanzaron los minutos los abucheos fueron más prominentes, retrasando el inicio de la ópera casi media hora. Cerca de las 20:30 horas comenzó el espectáculo, pero pronto el escándalo en la parte alta fue tal que los organizadores no tuvieron otra opción que ordenar la suspensión de la representación.

Un suceso inédito en el Teatro Real de Madrid

La función del domingo por la tarde recrearía la famosa ópera de Giussepe Verdi. Escrita en 1859, el clásico de la ópera italiana describe el regicidio de Gustavo III de Suecia, pero antes del espectáculo muchos de los asistentes ya habían comenzado a quejarse.

Cuando los protagonistas se alistaban para subir al escenario empezaron las protestas en "el gallinero". Según comenta Gregorio Marañón, los espectadores de la parte alta del coliseo "solo deseaban que la función no tuviera lugar".

En el momento del anuncio de la suspensión del espectáculo, los gritos del público mayormente eran “¡suspensión, suspensión!” y “¡seguridad, seguridad!", reclamando por la ausencia de distanciamiento entre los asientos.

Para Marañón, es un suceso inédito y muy penoso para todos los asistentes y principalmente, para "los más de 500 trabajadores, músicos, coristas y cuerpo de Arte que prepararon la ópera". En reiteradas oportunidades, la megafonía interna del teatro intentó, sin éxito, persuadir a los manifestantes sobre abandonar el teatro y devolverles el costo de la entrada (desde 98 euros, sin abono).

Cuando se suspendió la ópera, el Teatro Real "no se acercaba al 65% de su capacidad"

Muchos espectadores molestos afirmaron, tras salir del Teatro Real de Madrid, que la asistencia rebasaba el aforo autorizado a comienzos de septiembre del 75 %. No obstante, los vídeos difundidos en Twitter evidencian que en las plateas bajas sí se cumplía con el distanciamiento y había muchos asientos vacíos.

Al respecto, el presidente del Teatro Real asegura que el aforo el domingo "era del 51,5 % (905 butacas), el teatro estaba casi vacío". Además, explicó que la venta de entradas se bloquea automáticamente cuando se llega al 65 % del aforo, explicó Marañón. Sin embargo en la normativa vigente hasta la semana pasada, no era obligatorio el distanciamiento de 1,5 metros entre espectadores, más si el uso de mascarilla.

Desde el 1 de julio, comenta Marañón, han habido 30 funciones, sin incidentes. Lo del domingo "fue causado por un grupo muy reducido, pues cerca de 200 espectadores sí accedieron a reubicarse en otros asientos para cumplir con el distanciamiento", sentenció el máximo responsable del teatro.

Las medidas de seguridad, el principal problema en el Teatro Real

En otras funciones realizadas en julio y agosto, la organización fue cuidadosa en colocar asientos vacíos entre los espectadores para cumplir con el distanciamiento. El domingo no se habrían tomado precauciones en la zona alta, y cuando la segunda oleada de la pandemia del coronavirus comienza a colapsar nuevamente hospitales y clínicas de Madrid la gente, lógicamente, es más susceptible al nerviosismo.

Los organizadores admiten que la mayoría de los boletos vendidos era de la zona del gallinero o paraíso, es decir, las entradas más baratas. Entendiendo que la normativa vigente desde comienzos del mes era más flexible con respecto al distanciamiento, los controles se relajaron y mucha gente se aglomeró en la zona alta del teatro. Ese habría sido el problema.

Por supuesto, la actitud y caso omiso de muchos espectadores a las sugerencias de la megafonía interna solo echaron más leña al fuego. Con tanta hostilidad en las tribunas, a pesar de ser "una minoría" de los presentes, era imposible ejecutar la ópera y el Teatro Real debió suspender el espectáculo.