Probablemente la gran virtud que tiene esta exposición es volver a ver ciertas obras reconocibles, que hemos podido encontrar en otras exposiciones sobre la vanguardia soviética de entre guerras con un nuevo prisma, o concepto base, la del juego y descrédito de unos valores que estaban llevando a pique a Europa. El nihilismo, el anarquismo el juego Dadá… La enorme provocación que supuso la revolución rusa, generó un verdadero terremoto de ideas y de ruptura, ya no solo del poder, sino también de las arcaicas ideas.

En medio de ese panorama, los valores imperantes se rompieron a pedazos y otros surgieron con rebeldía rupturista en las Artes.

El dadaísmo, que ya acampaba por Zúrich antes… Lugar por cierto de encuentro, donde el propio creador del Dadá, Tristán Tzara y Lenin en su forzado exilio –vivía en un pequeño apartamento en la misma calle que el local- compartieron farra y vivencias en el Cabaret Voltiere. Es en este rincón de libertad, donde, parece –no es exacto el hecho, pero se le toma como el lugar, también París, Berlín, y más alejado Nueva York- aparecieron las primeras performance Dadá, un conjunto primero de parodias esporádicas y creaciones al uso que jugaban con lo sagrado y con lo mundano, y sobre todo con el Lenguaje en todas las artes.

La revolución Dadá y la vanguardia rusa

El dadismo tiene un primer germen en los textos del poeta alemán Hugo Ball, y desde este magma Tristán Tzara comenzó a jugar sobre un sinsentido artístico que lo que hacía era romper la lógica que había imperado, revelándose de las convenciones literarias, y especialmente artísticas, burlándose de lo burgués y de su Arte.

Era una constante deconstrucción, donde lo ridículo, lo paródico y lo absurdo campaban a sus anchas para decirnos que todo estaba mal y que todo lo que todas las artes habían transmitido era erróneo. Vivir de forma Dadá – su definición, cuenta la leyenda, se debe al balbuceo de un niño, la primera palabra que surgió de abrir al azar un diccionario- era un viento de aire fresco donde nada era sagrado, porque el Arte no lo era, y porque la belleza había dejado de ser el canon de la creación.

El Dadismo era una provocación constante, el artista moderno era el acicate contra el orden. Es por ello que Marcel Duchamps, fuera otro de los motores de este movimiento y principal valedor de su evolución.

La vanguardia rusa, o constructivismo ruso (también llamado futurismo soviético) nacía con el mismo afán de ruptura y negación del orden anterior.

Los artistas soviéticos surgen como martillo vengador del estado burgués, y sobre todo de los valores que habían llevado a los pueblos a constantes luchas de los Estados burgueses que utilizaban a los hijos de las clases humildes y trabajadoras para morir en los campos de batalla. La intención de estos artistas era, por supuesto, la agitación pública contra los órdenes, y tomando la bandera revolucionaria bolchevique como cambio total. Pero esa variable social, no estaba reñida –al menos en los primeros años revolucionarios, otra cuestión ocurriría con la llegada de Stalin que echaría por tierra la creación de vanguardia frente a un modelo realista- con la negación, el absurdo, la ironía y el azar, principios de las creaciones artísticas.

Las performances extravagantes y las campañas antibélicas… la negación de lo clásico y la capacidad de fusionar lo visual con lo verbal, fueron elementos compartidos entre la vanguardia rusa y el movimiento internacional Dadá

La exposición

Un conjunto de 500 obras, entre fotografías, collages, pinturas y dibujos; documentos y publicaciones, así como películas y audios. Los casi 90 autores rusos y de otros países europeos, tales como Iván Kluin, Natan Altman, Gustav Klutsis, Malévich, Mayakoski, Iván Puni, Aleksandr Ródchenko… Francis Picabia, Kurt Schwitters, Man Ray y Tristan Tzara… son una magnifica selección de autores claves en las derivas del Dada, pero sobre todo de las vanguardias de entre guerras.

La exposición se desarrolla a través de tres secciones, arranca con la primera Guerra Mundial, la intervención rusa en el conflicto y los años previos a la Revolución rusa. Son obras protodadá y manifestaciones artísticas sobre la preocupación del conflicto bélico europeo, donde la idea del pacifismo y la profusa influencia del anarquismo ruso, en particular las ideas de Bakunin y sobre todo de anarcomunista Kropotkin y su solidaridad, o teoría de poyo mutuo. La segunda parte de la exposición se centra en la temática revolucionaria. Hay una actitud nihilista que les hacía receptivos a la nueva realidad política. La última sección “Dada Bridge”, muestra las comunicaciones constantes con los otros centros dadaistas, a través de la presencia de artistas como El Lisitzi, en Berlín, Zdanévich en París…

Podremos contemplar la exposición en el Museo Reina Sofía hasta el 22 de Diciembre.