Año tras año y por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del año 2008, cada ocho de junio se celebra el Día Internacional de los Océanos. El objetivo de este día es recordar la importancia y función que tienen los océanos y busca crear conciencia en las personas para que protejan este recurso natural que ocupa gran parte de la superficie terrestre, al tiempo que insta a los gobiernos a que cuiden de este enorme elemento lleno de vida.
¿Qué nos proporcionan los océanos?
Vida. Tan simple como eso. Los océanos otorgan y albergan vida pues en ellos se encuentran cientos de microrganismos que, curiosamente, son necesarios para nuestra existencia, pues ellos purifican la mitad del oxígeno que necesita nuestra atmósfera.
Aunado a esto, gracias a los océanos es posible regular el clima, cosa que permite que la vida se desarrolle de todas las formas posibles que vemos en nuestro planeta. Asimismo, desconocemos qué otros beneficios puede ofrecernos esta inigualable fuente de vida pues apenas hemos explorado un 10% de la superficie oceánica, que ocupa el 70% de la superficie terrestre.
Las “islas” del plástico del océano
Sin embargo, a pesar de todos los beneficios que los océanos nos regalan, la mano del hombre no ha pasado desapercibida en el planeta. Durante los últimos años, la contaminación ha aumentado a paso agigantados e inevitablemente ha afectado nuestros océanos y todos los ecosistemas que se encuentran en ellos. Sin embargo, de toda la basura humana que llega a ellos, el plástico ha sido la que más estragos ha causado. Se estima que cada año, más de ocho millones de toneladas de plástico llegan al océano, cosa que está afectando a la fauna marina y aérea del planeta, sin contar que limpiar estos residuos generan gastos de hasta 8000 millones de dólares anualmente.
Sin embargo, más que el daño ambiental casi irremediable que todo esto provoca, los animales son las grandes víctimas de todo esto pues su hábitat está siendo invadido por desperdicios humanos y muchas veces, al desconocer de qué se trata, estos usan el plástico en cualquier de sus presentaciones como alimento o como elemento para construir sus nidos, cosas que, a la larga produce una dolorosa muerte.
Manos a la obra
Todos podemos contribuir para mejorar la naturaleza oceánica. En primera instancia, es necesario reducir rápidamente el consumo de plástico y empezar a usar sustitutos del mismo: por ejemplo, las pajillas para bebidas pueden dejarse a un lado, pues no hay evidencia médica que diga que protejan de infecciones.
De hecho, si la bebida está contaminada, no importa cómo se beba, igual nos hará daño.
Asimismo, los cubiertos plásticos pueden remplazarse con opciones más sanas y sencillas, como llevar siempre un par de cubiertos de aluminio extras en el bolso, u opciones divertidas e innovadoras como cubiertos comestibles. Podemos, además, remplazar las bolsas de plástico por bolsas de tela y dejar de utilizar botellas plásticas al momento de consumir agua. No consumas chicle, gran parte de ellos contienen partículas de plástico difícil de desaparecer, compra productos que estén empaquetados en cartón o vidrio, o, en su defecto, por peso, de forma que puedas meterlos en tus bolsas de tela y finalmente, usa utensilios de madera o acero inoxidable.
Hay innumerables formas de reducir el consumo de plástico y así salvar poco a poco nuestros océanos, que desde siempre han sido nuestra principal fuente de vida infinita. De no hacerlo, terminará por rebelarse en nuestra contra y se volverá una sustancia tóxica para todos los seres vivos del planeta, llevándonos así a una catástrofe futura.