Desde el mes de abril y hasta el mes de agosto se podrá contemplar en el Museo Reina Sofía de Madrid una selección de fotografías del autor. Unas 300 fotografías y obra gráfica que el artista realizó en colaboración durante los años 1981 y 2001. Marc Pataut (París, 1952) después de trabajar como fotoperiodista en agencias, se dedica a la fotografía documento sobre acontecimientos de grupos excluidos. Pronto se denota en sus imágenes una cercanía y profundidad propia, con connotaciones líricas y vivenciales. Piatat es uno de esos fotógrafos que rompió con la figura del comunicador, mediador social para convivir y compartir la cámara –ser un militante más- con los personajes que pasan a ser los propios actores de su vida.

Así ocurre con el primer trabajo sobre colectivos sociales Hôpital du Jour (Hospital de día), un proyecto que surgió tras la contratación del fotógrafo en el hospital de Aubervilliers. El trabajo consistió en dejar que los propios niños -con enfermedades psicológicas- captaran su realidad con cámara instamatic, esta práctica llevó a investigar sobre los propios pacientes y las expresiones y sensaciones que vivían en las instituciones públicas. Fue la primera experiencia que Pataut llevó a cabo con éxito y que ya nunca dejaría, convertir la mirada exterior del fotógrafo en una mirada interior de los propios actores.

La exposición

Hôpital du Jour abre el recorrido de la exposición bajo la denuncia, pero también desde la reconstrucción, todas las imágenes dotan a sus propios personajes de un manifiesto en primera persona.

También, imágenes que tienen que ver más con las sensaciones propias y oníricas que los personajes captan. Así, la exposición nos muestra otros trabajos, donde la situación de degradación humana existe, pero al mismo tiempo una extraña fascinación por esos cuadros, como en como Cornillon / Grand Stade (1994-1995) La Rue (1996-1998), Sallaumines. Du Paysage a la Parole (1999), La table de chez Marc Ligocki (1998) o Laotil (1998-1999).

Pataut en muchos de estos trabajos, evoluciona como fotógrafo de sus imágenes, a través de las instantáneas captadas con cámara de usar y tirar, por sus propios personajes.

Ne pas Plier es un nuevo trabajo que se desprende del servicio público y la crítica, para encontrar un Pataut comprometido con las movilizaciones sociales de los colectivos en situación precaria.

Encontramos por tanto un artista militante. La exposición se abre aquí a imágenes protesta desde la condición política y sus formas de comunicación. Pataut utilizó sus imágenes para apoyar las distintas manifestaciones y juntó a un colectivo de artistas, diseñadores y sociólogos que colaboraron en una investigación de militancia, comprometida con la transformación social. Grapus colectivo de diseñadores que provenía de la revolución del 68, fue una de las inspiraciones del movimiento que utilizó el diseño y sobre todo la fuerza los retratos de Pataut para personalizar las luchas. Es habitual desde entonces la utilización de pancartas con los rostros de las personas que están sufriendo exclusión social, o que son el sujeto de las movilizaciones colectivas.

Cornillon / Grand Stade y Sallumines

Las imágenes que realizó Pataut en los solares del gran estadio de fútbol de Cornillon antes de los fastos del Mundial de futbol de 1998. Allí encontró a cientos de personas viviendo en solares, antes que fueran desalojados en mayo de 1995, pero lo más sorprendente es que no vivían como homeless, sino que habían logrado utilizar los escombros y restos para producir y recuperar el hierro fundido o el acero. Llevaban vidas dignas y esas sensaciones se translucen en las imágenes que Pataut capta, un conjunto de instantes humanos con una nueva mirada redentora, un nuevo contexto de expiación, donde los excluidos miran con dignidad a cámara, sabiéndose de alguna manera un nuevo grupo social.

Sobre este aspecto son de relevancia las fotografías de las personas que sufrieron el paro en la zona Norte del país, sobre todo por la crisis de la siderurgia. Sallaumines una localidad del norte del país (Nord-Pas de Clais) en medio del desmantelamiento de la industria carbonífera, es el lugar donde Pataut realiza el no futuro de los antiguos mineros, unaconjunto de imágenes cotidianas y retratos de estas familias abocadas al desempleo. Son las estancias y sobre todo los restos de los escenarios, fantasmagorías del pasado, una verdadera compilación del abandono y la memoria. Van más allá del propio documento, o del trabajo testimonial del mediador entre los colectivos y las instituciones públicas, para convertirse en imágenes reminiscentes.

La rué y Latoil, se mueven en ese espacio donde el paternalismo se deja a un lado, retornando las imágenes subjetivas, y de alguna manera fantasma de los propios actores, no solo expresando su problemática sino que en la acción misma de realizar sus propias fotografías del día a día, llenarlas de una entidad más allá de la crítica. Latoil, ubica ese juego en la fantasmagoría, en la historia de los restos, como sabe señalarlo Jorge Ribalta que incide en la “problemática de la articulación del conjunto de fotografías (…) al aunar unas imágenes de encuentros, con restos y señales de ocupación, que aparecen como encarnaciones de los internos del hospital, como fantasmas”