Desde su nacimiento no ha habido década que no lo haya releído, reconstruido, transformado o rehecho en miles de versiones, haciendo honor a los trozos del propio cuerpo de la criatura. Ya en el siglo XIX las secuelas de la obra de Shelly fueron muy relevantes, la propia autora pudo ver adaptaciones de su obra en diversos medios. Uno de los primeros fue el teatro: Presunción, o el destino de Frankenstein de Richard Brinsley fue estrenada en 1823 en Londres.

Pero es el siglo XX, problemático y febril, el que más jugo sacó del personaje en todas sus variantes. El símbolo del monstruo con corazón empujado hacia el mal por el miedo y desprecio de los hombres, fue un filón inagotable. En 1910 fue la primera aparición del Monstruo en el Cine, con el cortometraje mudo de J.Searle Dawley, pero es el estreno de Frankenstein en 1931, la adaptación más memorable que el cine ha realizado hasta la fecha, y la identificación clara de la criatura con un personaje gráfico. La figura, encarnada en el actor Boris Karloff dirigida por James Whale y producida por los estudios Universal, ya nunca más dejaría de ser ese enorme ser con zapatones, vestido de negro, hecho de remiendos y dos tornillos en el cuello.

En La novia de Frankenstein (1935), el Monstruo también interpretado por Boris Karloff y acompañado, ahora sí, por una nueva criatura femenina interpretada por la actriz Elsa Lanchester, era más afín al libro original, un ser mucho más complejo, que se hace preguntas sobre sí mismo, consciente de su destino y vida, reclamando una compañera para ser completo.

El Frankie de los 50-60

De ahí, otros estilos y variables más de serie B. La aparición maléfica y sangrienta de Christopher Lee, que también abarcaría el personaje de Drácula, en las producciones cinematográficas de finales de los 50 de la Hammer. The Curse of Frankenstein (La maldición de Frankenstein) con un gran Peter Cushing atormentado y vengativo ante la criatura que ha creado su ego.

La venganza de Frankenstein (1958) de nuevo con Peter Cushing pero sin el bueno de Lee. Las producciones tuvieron bastante tirón como películas de relleno, llenando las sesiones de los cines británicos y del resto del mundo. El Monstruo se expandió, mejor dicho, ya el bueno de Franky entró en todas nuestras casas. The Monsters, La familia Adams… Las versiones de Frankenstein en las producciones de animación de Hanna Barbera -personaje recurrente para un sinfín de dibujos animados- habitaban en los variados canales de la nueva era de la televisión.

En los 70-80

Andy Warhol no podía dejar pasar a esta recurrente figura. Eso sí, la lleno de glamour, sangre, sexo y postmodernidad. Frankenstein es todo un playboy de la mano de su actor fetiche Joe Alessandro en Warhol's Flesh for Frankenstein (1973). El film está repleto de sadismo y perversión y se puede ver una crítica del fascismo en ella.

En este repaso, como no, El jovencito Frankenstein (1974) de Mel Brooks, una gran obra en todas sus versiones. Como musical sigue funcionando a la perfección y es imposible olvidar muchas de los momentos de este film, una de las mejores comedias de toda la Historia del Cine. Gene Wilder, Martin Feldman y Peter Boyle son una tropa imposible de repetir. Hoy en día podemos ver aún anuncios en nuestras calles, y la obra miles de veces representada, en algún teatro de Broadway.

En los 90, el Frankenstein, de Mary Shelley, de Kenneth Branagh. Un buen film, la versión más ajustada a la obra y con más complejidad en el personaje, interpretado por Robert De Niro. De este film se llevó a cabo en el 2011 un versión en teatro y se prevé para este 2018 La novia de Frankesntein con Angelina Jolie y Javier Bardem. La pregunta es… ¿Volveremos a tener otro chapa con la imagen de Frankie en la mochila?