"Mi Arte debe ser fusil y sable" decía el pintor alemán George Grosz (1893-1959), que se enfrentó al ascenso del nacismo y la convulsión de la Alemania de su tiempo a través de sus obras. Grosz se vio obligado a huir a Nueva York escapando a duras penas de la Gestapo cuando Hitler llegó al poder.
El arte como arma para cambiar el Mundo puede ser una utopía, el arte por sí mismo es incapaz de cambiar nada. Sin embargo, el arte está hecho por personas y para personas. En ese sentido el arte puede hacernos pensar, ampliar nuestra visión del mundo, puede denunciar, puede unir, puede ser una arma pacífica y hermosa al servicio de la humanidad.
Puede ayudarnos a conseguir un mundo más justo y solidario.
El arte como despertador de conciencias: una idea con historia
La idea no es nueva, los por entonces jóvenes artistas de las vanguardias de principios del siglo XX lo tenían claro. Eran personas comprometidas con una misión, cambiar el mundo a través de sus obras. Obviamente dos guerras mundiales dejaron claro que su mensaje no cambió el mundo. Pero, también es cierto, que sus obras han quedado como testimonio de horrores y esperanzas.
Un ejemplo claro es que cuando el general del ejército estadounidense, Colin Powell, anunció a la comunidad internacional la intención de los EE.UU. de atacar Irak, mandó cubrir la reproducción del Guernica que estaba en la sala de prensa.
El cuadro de Picasso se ha convertido en un símbolo de paz.
A finales de los años 60 del pasado siglo, el mundo de la contracultura se unió con la finalidad de hacer frente al sistema establecido, desde luego no derrocaron el capitalismo imperante, pero estos movimientos consiguieron despertar muchas conciencias. Muchos artistas lucharon para cambiar la relación del arte con la sociedad, buscaron y lograron sacar el arte de los museos y ponerlo al servicio de los ciudadanos.
El surgimiento del grafitti como nuevo medio de expresión es parte de este fenómeno.
En los años 90 surgieron unos pequeños movimientos artísticos que desembocaron en el surgimiento del Art Street a principios del s. XXI. Un arte que se desarrolla al margen de las instituciones, conformado normalmente por obras de arte libres, anónimas y gratuitas.
La calle se considera un medio de expresión social.
El arte al servicio de la sociedad. Tres ejemplos prácticos
Enmarcada en las protestas feministas de estos días se encuentra la de la artista cordobesa Verónica Ruth Frías, que presentó en ARCO su performance ‘I am a woman’. La artista afirmaba que el arte “tiene que ser una herramienta social con la que poder denunciar, transgredir y cambiar el mundo”. Más de treinta mujeres con profesiones relacionadas con el mundo del arte participaban en la performance. Todas portaban carteles creados por ellas siguiendo una misma estética, con el fondo en rosa reivindicando a la par femineidad y fuerza, los carteles se han unido al acabar el acto dando forma a la obra ‘Pink Power’.
JR es un artista callejero de nacionalidad francesa, es conocido también como “el fotógrafo clandestino”. Su lema es “usar el arte para poner el mundo del revés” y lo hace ofreciéndonos su visión del mundo a través de su cámara de fotos, con una forma de arte muy cercana al graffiti. En 2008 realizó la gira Women Are Heroes un proyecto con el que buscaba resaltar la dignidad de la mujer, uno de los blancos más frecuentes en los conflictos y situaciones violentas.
En el año 2011, JR ganó el premio TED con su proyecto “Inside Out”, en su conferencia solicitó colaboración global para llevar a cabo este proyecto. Su idea era dar a todos la oportunidad de compartir su retrato y una declaración de lo que representan en el mundo.
Desde marzo de 2011, se han enviado más de 100.000 carteles procedentes de más de 108 países.
Parte siempre de la idea de que el arte precisa de las personas y que a través de él podemos conocernos mejor y saber de qué somos realmente capaces.
Por último, quiero hablaros del proyecto «Fair Saturday, un día para cambiar el mundo a través del arte y la cultura». Surgió en el año 2014, gracias a Jordi Albareda, desde entonces se desarrolla todos los últimos sábados del mes de noviembre, justo al día siguiente del popular día más consumista del año, el Black Friday. Miles de artistas y asociaciones culturales se apoyan en este evento para organizar actos culturales y destinar las ganancias a los proyectos sociales que hayan elegido.
Se trata de reivindicar el poder de la cultura para transformar la sociedad, es un movimiento con vocación global y creciente.
En su libro “The art Possibility” el director de orquesta Benjamin Zander dice “este cambio radical en la estructura del mundo nos empuja hacia la creatividad. El artista que hay en cada uno de nosotros tiene una oportunidad sin precedentes”. Y es que, sepamos verlo o no, todos llevamos a un artista en nuestro interior, si nos esforzamos para sacarlo afuera y utilizar nuestra creatividad en beneficio de todos quizás seamos capaces de “poner el mundo del revés”.
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