El término mónada proviene del griego (“monas”), que significa “unidad”, “uno”, “solo”, “único”.

En el campo de la filosofía, la mónada es una “esencia”, una substancia primaria que constituye todo el Universo. Este concepto proviene de la escuela pitagórica, y posteriormente fue retomado por muchos otros destacados filósofos, entre ellos, Gottfried Willhelm Leibnitz (1646-1716).

Características de la mónada

  • Substancia simple, es decir, que carece de partes. Las mónadas forman las substancias compuestas, que sí que tienen partes.
  • Incorpórea
  • Carece de extensión: es indivisible y no tiene materia ni figura (constituye una “unidad de fuerza”)
  • No difieren en cantidad pero sí en cualidad, ya que todas son distintas
  • Están sujetas a cambio permanente. Este cambio es producido por la percepción de la misma mónada, siendo así una causa interna. La percepción es distinta de la conciencia.

Clases de mónadas

  1. Mónada desnuda. Con percepción y sin conciencia.
  2. Mónada con percepción y con conciencia: las almas.
  3. Mónada con percepción, conciencia y razonamiento. Es la que corresponde al ser humano y es susceptible de conectar con el espíritu.

La memoria hace que la mónada desnuda recobre su percepción, lo que hace que se vuelva consciente (cambio).

Solo el ser humano que piensa reconoce en él la variedad de las mónadas, debido a las diferencias en su objeto. Al reflexionar, lo hace sobre sí mismo y sobre su entorno, lo que le permite, a diferencia del resto de los animales, razonar.

La razón permite llegar al conocimiento de las verdades necesarias y eternas, de uno mismo y de Dios. Tan solo los espíritus (humanos) pueden entrar en una manera de “comunidad con Dios”, y entrar así en la ciudad de Dios.

La razón produce actos reflexivos o razonamientos que se caracterizan por dos principios:

  1. Contradicción. Capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso.
  2. Razón suficiente. Ser consciente de que todo hecho verdadero tiene una razón suficiente, aunque no pueda ser conocida por nosotros.

Asimismo, existen dos tipos de verdades, las de razonamiento y las de hecho.

Las de razonamiento, como por ejemplo las matemáticas, son necesarias y su opuesto es imposible. Las de hecho son contingentes y su opuesto es posible.

El origen de las existencias y de las esencias es Dios. Entorno a la existencia de Dios existen dos argumentos:

  • “A posteriori”. Va de los efectos a las causas. Las verdades de hecho implican una sucesión infinita de causas que el hombre no puede aprehender. Así llegamos a una causa última necesaria que es Dios (único, universal, ilimitado y perfecto).
  • “A priori”. La posibilidad de la existencia de Dios no implica ninguna contradicción. Solo Dios es preciso que exista si es posible porque reside en la región de las verdades eternas.

La armonía preestablecida

Todo el Universo está lleno, y cada una de las mónadas es una representación (solo limitada por la percepción de la modificación del objeto), originada por Dios, del mundo entero.

Las mónadas son un espejo del mundo y todas ellas están en contacto puesto que no existe el espacio.

Por el principio de la armonía preestablecida todo está contenido en todo, en un orden perfecto preestablecido. Tanto el alma, como el animal, del cual es su entelequia, así como el Universo mismo, son indestructibles.

Las almas actúan según sus propias leyes, y los animales actúan según las suyas, que son distintas y cada cual actúa como si no existieran las del otro, pero hay armonía entre ambas.