El Renacimiento está totalmente relacionado con el clasicismo aunque primero es mejor introducir el término clasicismo que tiene varias interpretaciones en la Historia del Arte. Como muchos saben, el clasicismo está ligado al arte antiguo griego y romano. Es por eso que el Renacimiento es clásico ya que vuelve a uno ideales antiguos.

La perfección de lo clásico

Como ejemplo tenemos la 'Madonna Granduca' de Rafael que representa la obra clásica perfecta ya que sirvió durante generaciones como canon de perfección al igual que en su tiempo lo fueron obras de Praxíteles y Fidias.

El Renacimiento es, por lo tanto, más diverso de lo que creemos. Vasari, ya en su día, comentó la división de una prima maniera, una seconda maniera y una terza maniera. Es decir, diversas maneras de trabajo que tenían los pintores y escultores medievales y que, por lo tanto, se transmitió al Renacimiento. No sirve de nada pensar que el Renacimiento fue una ruptura total con el mundo medieval porque no lo fue.

De la misma manera, Quattrocento (siglo XV) y Cinquecento (siglo XVI) no es la única terminología empleada para referirnos al Renacimiento aunque sí podría decirse que la más usada. También podemos hablar de Primer Renacimiento y Segundo Renacimiento; Alto y Bajo Renacimiento... Eso sí, no son sinónimos al completo.

Si bien es cierto que comparten similitudes, no tienen el mismo significado debido a la diversidad espacial. Con todo ello, el Renacimiento es variado y se caracteriza por ser un Arte clásico.

El poder de lo clásico

¿Para qué ha servido marcar el Renacimiento como un arte clásico? Además de porque vuelve a los ideales clásicos, también sirvió para discernir entre lo que es clásico y lo que no.

Es decir, sirvió como filtro en la creación artística para saber qué arte debía ser aceptado y qué arte no debía ser aceptado.

Es entonces cuando surge el término maniera del que viene Manierismo que era descrito de manera peyorativa ya en el siglo XVII. Ahora mismo, vemos el Barroco como una evolución artística; como una diversificación positiva, pero en el siglo XVII se consideraba que después de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, toda creación artística era una disolución de los principios del Renacimiento y por lo tanto, un arte en declive.

Como ejemplo de ello tenemos a El Greco, un artistas que no se podía llamar renacentista (ya que no se parecía a Rafael) pero tampoco podía ser encajado en el Barroco aunque se le caracterizó de manera similar.