William Kentrigde (Sudáfrica 1955), un deslumbrante investigador de espacios creativos. Su formación en Políticas y Bellas Artes le ha facilitado una visión completamente personal y crítica en el mundo artístico. Su trabajo incluye un amplio compendio de medios y formatos caracterizado por abordar escenarios en conflicto. La dinámica de trabajo es amplia, aborda el palimpsesto, la diseminación y acumulación sirven como herramientas fundamentales de un lenguaje definido por las asociaciones simbólicas y formales. La cantidad de referencias culturales variopintas y su compromiso social se ha dirigido hacia los conflictos del contexto sudafricano.

La producción gráfica y su orientación escénica

La exposición que podemos contemplar hasta el 19 de marzo en el Museo Reina Sofía, pone principal relevancia en su obra gráfica y escénica, donde podemos contemplar toda su batería de creación artística, el dibujo, sobre todo al carbón y pastel. Las variadas maquetas de sus propuestas para Teatro nos transportan a un universo inabarcable de juegos creativos. El imaginario surgido, aparece con fuerza y denota un expresionismo gráfico brillante. Lo performativo y procesual hacia una crítica constante social, se desborda a través del dibujo de personajes y escenas con otros elementos libres, en busca de soluciones creativas y sugerentes. De esta forma, articuladas en animaciones surgidas de láminas y diseños, un compendio de diversas fórmulas, completan historias abstractas o proyecciones de estados expresionistas, duros y simbólicos que bajo los trazos negros (orgánicos del carbón) y los pasteles apocados, provocan dramatismo.

Todas sus obras son de vuelta, se abandonan y retoman motivos y preocupaciones afines: se encabalgan, prolongan y complementan entre sí, buscando la totalidad, huyendo de la independencia. Estos grafismos y figuras se exponen en cuadros y láminas pero también se proyectan como texturas en las escenografías de obras de teatro y operas.

La opresión y el estado del colonialismo

Sus temáticas responden a una imaginaria propia, pero recurre a elementos de la cultura occidental que recontextualiza con África, desvelando sus implicaciones ideológicas y planteando los problemas de la colonización. Esto ocurre por ejemplo en sus piezas para teatro como Woyzexh on the Highveld (Woyzeck en el Alto Veld, 1992), inspirada en la inacabada Woyzeck (1879) de Georg Büchner, o Faustus in Africa! (Fausto en África, 1995), surgida del texto original de Johann Wolfgang von Goethe de 1808, resituándola en el Johannesburgo y en distintos rincones africanos.

De esta manera el artista señala, intentar “encontrar un espacio donde la obra dejara de ser descorazonadoramente ajena (...) para convertirse en una producción propia”.

La opresión es incorporada en todas las obras, la larga sombra del Apartheid, su oscuro legado, se muestra en variados detalles. Se cuestiona a través de la muestra de las tácticas o discursos opresivos que, encarnados por distintas figuras autoritarias, desembocan en situaciones de discriminación y violencia. Esto ocurre en el montaje teatral UBU and The Truth Commission, (1997). Ubu, el gran dictador absurdo de la obra del creador de la Patafísica Alfred Jarry (1896). El depotismo, la tiranía, la injusticia se traslada al contexto específico, de las Comisiones sobre la Verdad y la Reconciliación en 1996.

La estrategia que utiliza Kentrigde es abordar las dinámicas de desequilibrio y abusos del capitalismo colonial o distintos episodios históricos y literarios, es una constante en toda su producción. La innovación del artista es abordarlos desde la crítica pero con un gesto poético poderoso, donde el símbolo y la metáfora priman.

La mezcla de géneros y medios para una conclusión final, lo animado, cinematográfico y plástico dentro de la dirección de Arte en la escena, han hecho del trabajo performativo de Kentrigde un arte con una firma única, “un arte de la ambigüedad, de la contradicción, de gestos incompletos y de finales inciertos”.