Este ciclo contempla la totalidad de los trabajos de estos dos grandes cineastas Fernando Reis (1927-1991) y Margarida Cordeiro (1939-) esenciales para comprender el nuevo cine de Portugal después de la Revolución de los claveles (A Revoluçao dos Cravos). Una pareja de creadores insólita, necesaria dentro de lo que fue la renovación estilistica y del discurso del cinema novo portugués. Ambos, mucho más escorados hacia la vanguardia y la ruptura con el juego de la ficción. Comisariada por Manuel Asín recoge sus cuatro grandes obras Tras os motes, Jaime, Rosa de Areia y Ana.
El 25 de Abril de 1974, la Revolución
Antes de esa fecha los nuevos cineastas y el nuevo Cine vivía en un estado de latencia, sin poder, aún, romper las cadenas de una industria y sistema político asfixiante.
La censura, el control, los medios... todo era descorazonador, un páramo tan parecido como el cine español durante la dictadura.
Cineastas como Manoel de Oliveira –columna vertebral el cine luso- había dibujado un pequeño camino hacia una posible redención del Cine, Acto de Primavera (1963). Este film supuso una reconstrucción de la narrativa clásica del Cine portugués y un camino por explorar, el cine de documento-ficción. Esa senda, fue la utilizada por otros, como Fernando Lopes, o el caso de Paulo Rocha y Antonio Reis en el film Mudar de vida (1966).
1974 supuso el salto, la liberación del 25 abril fue el pistoletazo para todo, un nueva política, un nuevo arte. Respirar, liberar y destruir, para volver a construir sobre un folio en blanco.
Jaime (1974), documental de espacios y personaje artísticos, la obra pictórica de Jaime un paciente del psiquiátrico Miguel Bombarda de Lisboa. El film ya supuso en salto en la vanguardia, un nueva forma poética que sería una piedra de trabajo para futuros proyectos, como la obra germinal del nuevo cine portugués Tras-os-Montes (1976).
Tras-os-Montes
El film, de registro documental, se desarrolla para alcanzar la ficción. Propone no solo un salto formal, también un canto al origen de un nuevo cine, además de una nueva sociedad que emerge de sus propias heridas. A través de la evolución de las vivencias de unos niños en las aldeas pobres de esa región, Antonio Reis y Margarida Cordeiro proyectan un volver a empezar desde la cultura del pueblo.
Tras os montes, región fundacional del Reino de Portugal, también iba a ser el vértice de un nueva Historia, la del pueblo y el homenaje a la cultura popular frente a los mitos del Imperio que tanto habían sido deformados en manos del fascismo. Lo popular, la dignidad de los campesinos frente a la explotación de los señores de las tierras. La eterna deriva de la lucha de clases y un canto redentor en medio de estas tierras, donde las creencias, la religión había supuesto una moral restrictiva y una oscura educación... En 1989 Rosa de Areia, haría más hincapié en la explotación, la moral, y la brutalidad de los amos, la violencia de unas clases frente a otras.
La forma de esas obras nos atrapa y dirige hacia un imaginario mágico del paisanaje.
Las tierras de Portugal y sus gentes, esta vez sí, campesinos y pueblo se exponen con un halo mítico. Son ellos sobre las rocas y las tierras de este rincón mágico de Iberia (la cultura popular desde el Neolítico) los verdaderos valedores del País, sus héroes y víctimas, de igual forma. El cielo, la foresta, la línea de los montes, y el mar...
Relaciones y legado
El cine de Margarida Cordeiro y António Reis, se mueven en la misma dirección de una dupla Straud-Huillet. Muchas de las compilaciones y retrospectivas del cine portugués, unifican a estas dos parejas de creadores del cine materialista y de una honda herencia humanista. La obra de Antonio Reis y Margarida Cordeiro, calificada por los especilistas de “breve, radical y popular” es el vértice de la identidad del cine contemporáneo portugués.
Sus películas se han apartado de la corriente urbana imperante, para inventar un lenguaje cinematográfico, hipnótico y poético. En esa fuente de inspiración y enseñanza han bebido Pedro Costa, João Cesar Monteiro, João Pedro Rodrigues, o Miguel Gomes y João Nicolau.