Vincent Van Gogh (Zundert, Países Bajos, 30 de marzo de 1853-Auvers-sur-Oise, Francia, 29 de julio de 1890), quizás el pintor más famoso de todos los tiempos, murió cinco años antes de que los hermanos Lumiére inventaran el Cine. No dudamos que de haber vivido por entonces se habría sentido impresionado por aquella locomotora de vapor que parecía querer escaparse de la pantalla.

Y, sin embargo, no es difícil ver en su obra de gruesos trazos empastados y colores vibrantes un matiz cinematográfico. También sus protagonistas parecen querer escaparse del lienzo, los cuervos del campo de trigo, la noche estrellada, o el doctor Gachet parecen contarnos su historia cuando los contemplamos.

Los girasoles, su habitación e incluso sus zapatos nos cuentan la historia y los sentimientos del propio Van Gogh.

El arte sanador

Durante toda su vida adulta, Vincent Van Gogh tuvo que lidiar con la depresión, diversos trabajos se fueron cruzando en su camino de manera infructuosa, era un incomprendido, un fracasado. Hasta que a los 29 años dejó bullir el Arte que tenía en su interior. Vincent sabía que el arte y la literatura eran un alivio para el cuerpo y el alma, a través de ellos era posible expresar las emociones y obtener un mayor autoconocimiento.

Dorota Kobiela es una directora de cine polaca, estudió en la Escuela de Cine de Varsovia, ha dirigido un corto de acción real titulado “The Hart in Hand” y cinco cortometrajes de animación más.

Loving Vincent” iba a ser su sexto corto, la idea le surgió cuando tenía 30 años, aproximadamente la misma edad que Van Gogh, y en él uniría sus dos pasiones la pintura y el cine, pretendía pintarlo ella sola. Pero el proyecto creció, la financiación llegó y nació el largometraje.

Como Vincent, Dorota cree en el poder sanador del arte, reconoce que pasaba un mal momento en su vida cuando leyó las 800 cartas que se conservan de la correspondencia de Vincent Van Gogh, con sus amigos y especialmente con su hermano Theo (unas 650 van dirigidas a él).

La comunión con el sentimiento de Vincent, su comunicación le llevó a querer indagar más en la vida del artista, en sus luces y sus sombras y de ahí surgió este proyecto en el que ha estado trabajando durante 7 años de su vida.

Los apoyos de los proyectos Van Gogh

A pesar de su dolor, Vincent nunca estuvo del todo solo, su hermano Theo no solo le sostuvo económicamente sino que creyó en él, en su talento, en su obra.

También Dorota Kobilea ha contado en esta aventura de dimensiones titánicas con el apoyo fundamental de su marido, codirector del proyecto, el británico Hugh Welchman.

Loving Vincent es un proyecto innovador, de una espectacularidad visual inigualable hasta el momento. Kobiela y Welchman comprendieron que la mejor manera de expresar la personalidad de Vincent Van Gogh era a través de su propia obra, por eso se decidieron a dotar de vida a sus cuadros. Vincent dejó abundantes retratos de toda la gente con la que se relacionó, de sus paisajes y sus ambientes. Y es evidente que también sus estados de ánimo se reflejan en ellos.

La técnica de la rotoscopia, que consiste en la filmación de escenas reales que luego son pintadas fotograma a fotograma, no es nueva, de hecho el primer largometraje de Disney, Blancanieves (1937) ya la empleaba.

Lo que es realmente novedoso es utilizar la técnica del óleo en el coloreado de las imágenes. El resultado visual es realmente impactante.

Paradójicamente, al igual que le ocurrió a Vincent, lo más difícil del proyecto fue encontrar a alguien que creyera en él lo suficiente como para producirlo, pero al final la financiación llegó. Las dudas de cómo la gente recibiría la película también pululaban, por eso fue grande la sorpresa cuando en febrero del año pasado soltaron un pequeño adelanto por las redes y fue visto por 115 millones de personas.

Loving Vincent: una película

Al final nació un largometraje, 1h 34min, 65.000 fotogramas, 125 pintores, elegidos entre más de 5000 que se presentaron a la prueba, un hangar enorme con olor a pintura, en el Parque de la Ciencia y la Tecnología de Gdanks, 3 días de trabajo para 10 segundos de película.

Las cifras son impresionantes.

La estética es fundamental en este caso, sin embargo, nunca perdieron de vista que el cine cuenta historias y que es necesaria una trama para enganchar al público. Por eso Loving Vicent es un thriller que trata de investigar las últimas semanas de vida de Vincent Van Gogh y pone en tela de juicio la teoría del suicidio. Esto tampoco es gratuito, ya lo hicieron en el 2011 los investigadores Steven Naifeh y Gregory White Smith en su biografía sobre el pintor.

Preguntas como ¿por qué se disparó en el vientre, en lugar de en la sien o en la boca como la mayoría de los suicidas?, ¿por qué tenía proyectadas obras nuevas?, ¿por qué en el momento en el que todo empezaba a irle bien?, ¿sus discusiones con un joven del pueblo y el Doctor Gachet?

No hay respuestas, pero si una invitación a la investigación.

Por de pronto la película ya cuenta con el Premio del Público en Annecy y el de mejor película de Animación en los Premios del Cine Europeo. Mientras Dorota Kobiela y Hugh Welchman ya piensan en el que puede ser su siguiente proyecto, una película de terror con las pinturas de Goya.

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