El final del siglo XIX y principio del siglo XX fue un momento esperanzador. Una atmósfera de progreso se respiraba tras la filosofía del positivismo y el cientifismo. El triunfo de la razón, el cúmulo de la cultura y las bellas artes... en resumen el triunfo de la ciencia frente a las tinieblas, pero también una honda preocupación por sus límites y el hombre, ya que lo racional no podía abarcar todo el amplio mundo irracional. El cúmulo de revoluciones que habían acontecido en el siglo XIX dejó una tregua de esperanza en el pensamiento humano que salió a relucir durante esos años.

Todos, incluso los hombre del capital –de aquel capital, muchos de ellos filántropos- tenían frente a ellos bellos retos, algunos comunes y compartidos con la clase trabajadora. Eran mecenas con un hondo sentido humanista.

Albert Kahn

Como si fuera el banquero anarquista, el joven Albert Khan (1860-1940) pertenecía a una familia de ganaderos, nada parecía contemplar que sería un banquero de renombre 30 años después. Su educación estuvo en manos de uno de los filósofos más relevantes de final del XIX y principios del XX Henry Bergson. El pensador francés había conseguido dirigir la filosofía a un espacio no racional, apartándose de la inercia del positivismo al llegar a la conclusión que el hombre y sus manifestaciones tenían que ver más con campos inexplorados del subconsciente: las creencias, lo espiritual o lo moral, las costumbres...

El vitalismo emergía como filosofía (Nieztche irradiaba su pensamiento desde esta corriente) opuesta al positivismo, ya que entendía que hay un enorme campo que lo abonó de alguna manera Dios, pero que era el Hombre el que tenía que coger esa luz y conquistar su felicidad.

Albert Kahn tuvo como mentor a Bergson que continuaría siendo amigo suyo durante toda la vida.

Esta amplia formación humanista tuvo una enorme influencia en el joven banquero, que desde temprana edad hizo interesarse sobre el bagaje cultura de la sociedad, las artes y el hombre. Los viajes fueron para él siempre un acicate, un amor por la antropología y la etnografía que le llevarían a recorrer el mundo entero desde su posición privilegiada.

Mucho tiempo después de superar sus estudios de promoción, como operario de banca y después de ir subiendo de posición, llegaría ser gerente del banco Goudxhaux Bank.

Los viajes de Albert Kahn

En 1909 Kahn viaja a Japón con su chófer y fotógrafo Alfred Dutertre, de donde recogió una gran cantidad de imágenes. Eso le llevó a comenzar un proyecto de registro fotográfico por todo el Mundo. El geógrafo Jean Brunhes fue nombrado director del proyecto, y así levantar la primera piedra de un trabajo universal, donde cientos de fotógrafos fueron enviados a todos los continentes para captar imágenes de las gentes, etnias, lugares, culturas de todo el planeta a color. Fueron las primeras fotografías policromas de la historia (las placas de Autocromo) y los principios de los registro en cinematografía del planeta.

Un trabajo etnográfico sin parangón entre 1909 y 1931 que logró recoger más de 72000 fotografías a color y 183.000 metros de película. Estos archivos históricos recogieron material de 50 países, compartiendo además, el tiempo de la Primera guerra Mundial, sirviendo no solo para los militares, sino para la posterior reconstrucción de la vida cotidiana y el trabajo agrícola. Este proyecto se llamó Los Archivos del Planeta

La influencia en toda una corriente etnográfica de documentalistas

No es de extrañar de alguna manera, que el comienzo del documentalismo fílmico y etnográfico tuviera en Europa y Estados Unidos el inicio de una historia aún por recorrer. Mornau, Flaherty, Epstein... todos ellos llevaron a cabo primeras obras que supusieron el primer eslabón de un futuro género tomado por Jean Rouch, Chris Marker o Van der keuken.

El legado de Albert Kahn se vió cristalizado en un jardín privado creado en el Boulugne-Billancourt espacio donde científicos, intelectuales y artista lo frecuentaron. Tras la crisis del 29, durante la decada de los 3, el banquero perdió todo su dinero y tuvo que entregarlo a la gestión pública. Este jardín de especies de todo el mundo hoy se puede disfrutar si te pierdes por París... Es uno de esos rincones impagables fuera de la ruta común. Albert Kahn fue uno de los grandes filántropos y humanistas que apoyó hasta donde llegó su capital a la ciencia y el estudio: fue el primero que creó la educación al más alto nivel a través de becas de viaje.

La exposición Los Archivos del Planeta que podemos disfrutar hasta mañana en el Círculo de Bellas Artes está acompañada por dos films de la época esenciales en la labor etnográfica: Nanouk el esquimal, Robert Flaherty (1922) Tabú de Murnau (1931), durante este mes de Enero en el Cine del Círculo.